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Contra viento y marea, comunidades de Mississippi luchan por representación local y logran avances

En el estado de Mississippi, la complicada lucha por el derecho al voto de diversas comunidades comienza con el proceso de dibujar los mapas de distrito de los distintos niveles de gobierno, la llamada “redistritación” que ocurre cada diez años, después del Censo de población.

A pesar de un difícil contexto político, las comunidades no-blancas de Mississippi están teniendo pequeñas, pero significativas victorias en este proceso, particularmente a niveles de gobierno local.

Son pasos importantes, ya que los gobiernos locales sirven muy directamente a las comunidades.

“Las competencias locales, a nivel de concejo municipal, condado, junta escolar, son increíblemente importantes porque deciden políticas que afectan la vida diaria de las personas en forma muy directa”, dijo Amir Badat, abogado del Fondo de Defensa Legal NAACP.

A nivel estatal, los republicanos tomaron control total del dibujo de mapas para congreso y legislatura y el resultado fue nefasto para las minorías afroamericana, latina y asiática, dijeron activistas durante una conferencia de prensa organizada por Ethnic Media Services.

En el caso de Mississippi, como en la mayoría de los estados de la Unión Americana, la redistritación la lleva a cabo la legislatura estatal. En Mississippi, se formó un comité especial dominado por republicanos que llevó a cabo procesos “tras puertas cerradas”, dijo Badat.

El resultado fueron mapas “muy injustos” para congreso y legislatura estatal.

“No hay representación justa. Aunque las poblaciones minoritarias crecieron, no hubo más distritos para ellas y aunque ese proceso ha terminado, seguimos con demandas legales en los tribunales”, dijo el abogado.

Pero los grupos de derecho del voto -que consideran a la redistritación tan importante como las mismas elecciones- están de pie y luchando, instando a las comunidades a sumarse a la lucha por lograr una representación más justa en esos puestos locales cuya redistritación aún se está realizando.

Esta lucha está dando frutos, indicaron.

“El derecho al voto es el corazón de cualquier trabajo en pos de la justicia”, dijo Nsombi Lambright, directora ejecutiva de la organización comunitaria One Voice, quien indicó que se concentran en informar a la comunidad, activarles y darles herramientas para que puedan influenciar el proceso.

“Queremos que la gente entienda que, aunque no tengamos experiencia como demógrafos o diplomas de leyes, queremos estar en la mesa de decisiones porque nuestros hijos van a esas escuelas y esos son nuestros impuestos”, agregó la activista.

Monica McInnis, también de One Voice, explicó que, como ejemplo del trabajo de la comunidad por tener voz en las elecciones locales, se organizó a la comunidad de Clinton, Mississippi, en las afueras de Jackson, y la organización presentó un mapa de distritos por el cual se logró la elección del primer alderman (concejal) afroamericano desde 1985.

En la lucha por los mapas de la Junta Escolar del condado de Harrison, organizaciones como One Voice han presionado por mayor transparencia en el proceso de redistritación. Por ejemplo, se logró retrasar una junta para aprobar mapas que apenas habían sido desvelados públicamente unos días antes. Badat, del NAACP, indicó que las organizaciones mandaron una carta exigiendo más tiempo para que la comunidad pudiera analizarlos.

“Se logró retrasar el proceso”, dijo el abogado. “Este es un gran logro, ya que dio a la comunidad la oportunidad de explicar a los funcionarios electos como es la comunidad y cuales son sus intereses.

Lograr un mapa equitativo puede tener igual o más consecuencia que las propias elecciones en cómo están representadas las diversas comunidades, explicaron los activistas. Pero desde una decisión de la Corte Suprema del país en 2013, se ha vuelto más difícil lograr esa equidad.

“Antes de la decisión Shelby, los estados con una historia de discriminación debían pasar la revisión del Departamento federal de Justicia para adoptar mapas, pero eso cambió desde entonces”, dijo Badat.

Al no existir este mecanismo, la participación activa de la comunidad es más importante que nunca para la lucha por la representación, agregaron.

En la ciudad de Gulfport, los activistas comunitarios han luchado por tener otro distrito afrocamericano en el concejo municipal que refleje su crecimiento de población allí, y la NAACP está demandando en las cortes contra los mapas adoptados para la legislatura y congreso.

En cuanto a otras poblaciones, como la latina y asiática -particularmente la vietnamita-, también hay activistas luchando por que se representen.

El Pastor José Rodríguez, un religioso que se activó en la movilización comunitaria luego de presenciar los devastadores efectos de una redada de inmigración de 2019 entre las familias latinas de Mississippi, dijo que al no haber representación para la comunidad latina, esta no tiene voz para luchar.

“No hay representación Latina en Mississippi”, dijo Rodríguez. “Por eso pasan las cosas que pasan”.  En el condado de Harrison, por ejemplo, el crecimiento de la comunidad latina ha sido constante en los últimos años.

La comunidad vietnamita tiene desde 1975 en Mississippi, pero su representación política es prácticamente nula, dijo Daniel Q. de Boat People, una organización de servicios sociales a esa comunidad con seis sucursales en Estados Unidos.

Su grupo activó a la comunidad para hacerse contar en el Censo de 2020 y logró duplicar los números registrados desde el Censo anterior, aunque consideran que aún no se cuenta a todos los de esa comunidad.

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