From left to right: Ali Noorani, President & Chief Executive Officer of the National Immigration Forum; Alex Nowrasteh, Immigration Policy Analyst at the Cato Institute’s Center for Global Liberty and Prosperity; Juan Escalante, undocumented immigrant with DACA, Dreamer leader
Una reforma duradera será uno de los retos para la siguiente administración. Aún con una victoria demócrata, la gran piedra seguirá estando en el Senado que quedó en manos de los republicanos. Urge una coalición inclusiva de civiles.
Por: Jenny Manrique
Mientras el país sigue contando los votos para conocer al próximo presidente, y Joe Biden se acerca a los 270 votos requeridos para una victoria en el colegio electoral, una cosa es cierta: las reformas al sistema de inmigración no dan espera más aún después de los drásticos cambios hechos durante la administración de Donald Trump.
Un panel de expertos convocados por Ethnic Media Services advirtió que mientras un segundo periodo de Trump podría restringir aún más los derechos de la inmigracion legal, como el derecho a la ciudadanía por nacimiento o las peticiones de asilo, una presidencia de Biden podría corregir algunas políticas con acciones ejecutivas, pero enfrentaría
desafíos legales de fiscales generales en estados potencialmente rojos.
“El contraste no puede ser mas claro”, dijo Juan Escalante un activista recipiente de DACA (la acción diferida para los llegados en la infancia), quien viene trabajando en temas de inmigracion por los últimos 15 años desde quien descubrió su estatus de indocumentado en la secundaria.
“Biden ha prometido continuar con el programa de DACA, que para mucha gente es una buena idea, pero eso no quiere decir que no enfrentará desafíos adicionales de fiscales que quieren atacar el programa”, añadió Escalante, quien gracias a DACA pudo obtener su grado de maestría, como muchos de los 700,000 beneficiarios de esta acción instaurada por la presidencia de Barack Obama. “La nueva administración tratará de pasar algo a través del congreso”.
Si bien el conteo parece indicar que Biden logrará los 270 votos del colegio electoral, el Senado seguirá en manos de los republicanos y los demócratas perdieron sillas en la Cámara, lo que augura una ingobernabilidad importante aún con una victoria demócrata.
“Hemos visto cómo una variedad de proyectos de reforma (migratoria) vienen y van pero
nadie les ha dado luz verde… especialmente en el Senado, Mitch McConnell no ha escuchado piezas de legislación como el Dream and Promise Act”, que busca darle camino a la ciudadanía a estos jóvenes soñadores. “El congreso nos ha usado como moneda de cambio para aprobar otras reformas… un segundo término de Trump acabaría definitivamente con el programa y pondría más barreras a quienes tienen TPS”, advirtió Escalante.
El estatus de protección temporal (TPS) que cobija a inmigrantes de ciertas nacionalidades que han escapado de situaciones de guerra y desastres naturales, también ha tenido en vilo a sus recipientes que han visto como sus permisos para estar en el país, se han cancelado o extendido por periodos muy cortos. Escalante cree que el discutido TPS para inmigrantes de Venezuela (su país de origen) quienes componen una importante población en Florida, y que escapan en números cada vez mayores de la situación de hambre y violencia en su país, no tendría lugar en un segundo mandato de Trump.
Los expertos recordaron que entre 2008 y 2012, la administración de Obama-Biden tuvo un penoso récord en los números de deportación.
“A pesar de todos sus esfuerzos por deportar a la gente, Trump no ha tenido tanto éxito en comparación con el primer mandato de Obama”, dijo Alex Nowrasteh, analista de políticas de inmigración en el centro del Instituto Cato por la libertad y la prosperidad global. “Estos números son bastante bajos y no es porque Trump no lo esté intentando, sino porque muchas de las principales ciudades estadounidenses en California, Chicago y Nueva York, con excepciones en Texas y algunas de Florida y Arizona, se han convertido en ciudades santuario y no cooperan con ICE” (el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos).
Pero en otras áreas, las reformas de Trump al sistema migratorio han sido tremendamente nocivas. Nowrasteh dijo que el año fiscal 2020 ha tenido el mayor récord de muertes en centros de detención de ICE después del 2004: 11,8 muertes por cada 100,000 detenidos. Esto es especialmente preocupante porque en el mismo periodo fueron encarcelados menos inmigrantes. En 2019, 511,000 personas fueron admitidas en estos centros. Y en 2020 ese número fue de 177.000, entre otras cosas porque la llegada del coronavirus permitió que desde marzo, el gobierno hiciera uso del Título 42 para cerrar las fronteras como respuesta a la crisis de salud pública.
“Cualquier persona detenida en la frontera, fue inmediatamente devuelta a México sin importar de dónde venía y sin ser escuchada bajo el debido proceso o darle la oportunidad de pedir asilo”, recordó Nowrasteh.
Y es que el amparo de asilo y refugio, otorgado bajo las leyes humanitarias internacionales, ha sido otro de los derechos más afectados en la era Trump: comparado con 2016, el número de refugiados admitidos en Estados Unidos en 2019 disminuyó en un 85%. De 85,000 personas admitidas en el último año del presidente Obama, el año pasado apenas 11,000 tuvieron ese derecho.
También como respuesta a la pandemia de la COVID-19, la administración Trump ha cortado la emisión de visas para trabajadores extranjeros con la excepción del programa H-2A diseñado para admitir trabajadores agrícolas por temporada, quienes vienen en su mayoría de México. Las visas H-1B para trabajadores altamente calificados, quienes ocupan cargos en el sector tecnológico fueron eliminadas drásticamente al igual que las J-1 para niñeras.
Pero Nowrasteh cree que el impacto más dramático es en la disminución de green cards (permisos de residencia) para quienes están afuera esperando que sus familiares en Estados Unidos los regularicen. Hubo una caída del 92% en el segundo semestre del 2020, justificada por Trump por un lado en la pandemia y por otro en la protección de los trabajos de los estadounidenses.
“Esta es la mayor disminución en un período de tiempo tan corto que hemos visto en la historia de Estados Unidos”, acotó Nowrasteh. “Es mayor que el declive después de que el gobierno cerró su política de fronteras abiertas con Europa en la década de 1920. Es mayor que el declive que vimos al comienzo de la Gran Depresión. Es mayor que el declive que vimos al comienzo de la Segunda Guerra Mundial o la Primera Guerra Mundial”.
Lo que piensan los votantes
A la par que las políticas migratorias cambian con el inquilino en la Casa Blanca, también varían las opiniones de los estadounidenses sobre el tema. De acuerdo a encuestas del
Instituto de Investigación de Religión Pública (PRRI en inglés), en 2016 el 70% de los estadounidenses creía que la amenaza del terrorismo era un asunto preocupante para sus vidas, mientras para el 50% lo era la inmigración.
“Trump en el transcurso de su campaña electoral en 2015-2016, supo combinar la idea de terrorismo e inmigración en la mente de muchos votantes en todo el país” explicó
Ali Noorani, presidente y director ejecutivo del Foro Nacional de inmigración.
Pero según esa misma encuesta publicada a mediados de octubre, en 2020 solo el 45% cree que el terrorismo es un tema importante, mientras el 60% ha puesto como prioridad la pandemia y la economía. “Creo que una razón por la que inmigración no ha sido una especie de factor determinante en la campaña, es que Trump no tuvo la oportunidad de combinar una historia emocional visceral que energizara a tanta gente”.
Noorani dijo que además un número significativo de votantes suburbanos terminó alejándose del Partido Republicano, por la política de tolerancia cero que provocó la separación de familias en la frontera. En los últimos días de campaña, el asesor de Trump, Stephen Miller hizo una serie de apariciones televisivas para reiterar los recortes que quieren seguir haciendo a la inmigracion legal. Pero también Trump anunció una fuerza federal para reunir a los 545 niños que aún permanecen en custodia del gobierno, separados de sus padres.
En lugares como Texas, estos temas energizaron a votantes latinos y blancos que aumentaron su participación en las urnas. También el hecho de que muchos hispanos han hecho parte de los trabajadores esenciales que pelean dia a dia contra la COVID-19, fomentó la idea de que hay que cambiar el rumbo de las políticas que los afectan.
Lo alarmante para Noorani es que “el elemento de la supremacía blanca es muy profundo y está atado al debate de la inmigración… Hay una línea muy clara con lo que pasó en la masacre del Paso (donde un supremacista blanco asesinó a 23 personas e hirió a otras 23) y los dichos del presidente”.
El experto reconoció que se ha perdido la oportunidad de construir una coalición de votantes y políticos donde quepan conservadores y moderados, líderes religiosos y de negocios, que están a favor de una reforma migratoria constructiva. “Las demandas de la comunidad inmigrante han hecho eco en otros sectores y tienen un apoyo importante de demócratas, independientes y republicanos”, dijo Noorani. “Tenemos que aprender de las lecciones del pasado y gastar el capital político necesario para crear una coalición más inclusiva”, concluyó.
Pilar Marrero is a journalist and author with long experience in covering social and political issues of the Latino community in the United States. She is one of the foremost experts on immigration policy and politics in the US media world and has covered the issue extensively during her years as a reporter. Marrero is the author of the books “Killing the American Dream” and “El Despertar del Sueño Americano.” In October 2018, she was selected by her peers at CCNMA (Latino Journalists of California), as Latina Journalist of the Year.