Brian Lee, pediatric infectious diseases specialist, University of California San Francisco
Por Sunita Sohrabji, editora colaboradora de EMS
Los niños pueden y deben volver a la escuela con seguridad incluso antes de ser vacunados, dice Brian Lee, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas de la Universidad de California en San Francisco.
“Yo soy padre. Me preocupa que mis hijos enfermen de COVID cuando vuelvan al colegio. Comparto sus preocupaciones”, dijo Lee en una reunión del 22 de abril organizada por Asian Health Institute (Instituto de Salud Asiática) de la UCSF. Lee trabaja en los hospitales para niños Benioff de la UCSF en San Francisco, donde nació, y en el de Oakland, donde creció. Lee es también profesor clínico de pediatría en la Facultad de Medicina de la UCSF.
La vacuna de Pfizer contra COVID está disponible actualmente para niños mayores de 16 años, y la empresa ha presentado datos para la administración de la vacuna a niños de 12 a 15 años. Lee anticipa que los jóvenes adolescentes podrán recibir la vacuna de Pfizer este verano.
Moderna y Johnson and Johnson están estudiando sus vacunas para administrarlas a niños entre las edades de 6 meses a 17 años. Para este otoño, cuando los niños vuelvan a las aulas, la mayoría debería ser elegible para la vacuna, anticipó el médico.
Pero los niños pueden volver a las aulas incluso antes de ser vacunados, dijo Lee, citando el punto de vista de la Asociación Estadounidense de Pediatría, que señaló que la pandemia ha causado estragos en el bienestar físico y mental de los niños. Hay un bajo riesgo de infección en las escuelas incluso en comunidades con altos niveles de transmisión, dijo.
En San Francisco, por ejemplo, 20,000 personas, entre niños, profesores y personal, asisten a escuelas públicas, pero sólo 5 niños se han infectado en la escuela, dijo Lee.
Las medidas de protección no eliminan el riesgo de infección, pero lo reducen en gran medida, dijo el médico. Los niños mayores de dos años deben llevar mascarillas bien ajustadas, que les cubran la nariz, la boca y la barbilla, y deben llevar una extra en caso de que la primera se desgarre o se rompa. Los niños que tengan una temperatura superior a 100.4 grados Fahrenheit (38º C) deben quedarse en casa.
En las aulas de clase, los/as niños/as deben estar sentados a una distancia mínima de un metro. Debe aplicarse el método de agruparlos (asignar grupos de alumnos para que permanezcan juntos durante todo el día) y se puede hacer una rotación de profesores, en lugar de hacer rotar a los alumnos, para evitar la aglomeración en los pasillos.
Se puede dictar clases en áreas en espacios exteriores para el aprendizaje en persona, sobre todo cuando hay buen clima, dijo Lee. Cuando sea necesario estar en interiores, se puede aumentar la ventilación en las aulas abriendo puertas y ventanas.
La limpieza con agua y jabón es muy importante, pero no es necesario desinfectar a diario, dijo Lee.
Los niños se recuperan muy bien del COVID, incluso cuando se infectan, y normalmente son asintomáticos, o sólo tienen síntomas leves, dijo Lee.
Menos del 2% de las personas menores de 18 años han sido hospitalizadas por COVID, y sólo el 0.03% ha muerto, según datos de los Centros de Control de Enfermedades. De los que han sido hospitalizados, más del 40% tienen una enfermedad subyacente –como la obesidad, un trastorno pulmonar crónico o un trastorno de orden neurológico– que los hace más vulnerables a enfermar por una infección.
Los síntomas de una infección por COVID en los niños incluyen fiebre, tos, dolores de cabeza, dolores musculares y dolores de garganta. La diarrea, las náuseas, los vómitos, el dolor abdominal y la pérdida del gusto o del olfato son menos comunes.
Un área de preocupación es el Síndrome Inflamatorio Multisistémico en Niños (Multi-system Inflammatory Syndrome, o MIS-C, por sus siglas en inglés), una condición inflamatoria extremadamente rara, pero muy severa, asociada a COVID, que infecta múltiples órganos, especialmente el corazón. El MIS-C es más frecuente en niños de entre 8 y 9 años y suele aparecer entre dos y cuatro semanas después de que el/la niño/a se haya infectado con COVID.
Los/as niños/as no desempeñan un papel importante en la transmisión del COVID, dijo Lee, declarando el punto de vista de la Academia Estadounidense de Pediatría.
Sin embargo, la enfermedad ha causado problemas en el bienestar mental y físico de los niños, dijo Lee. El 36% de las niñas y el 19% de los niños han sentido ansiedad durante los últimos 15 meses, a medida que las escuelas se reconfiguraron para el aprendizaje por internet. El 31% de las niñas y el 18% de los niños han sufrido depresión. Ambos sexos experimentan mayores niveles de problemas causados por estar alejados de los amigos y la familia, y muestran un comportamiento cada vez más hostil, dijo Lee, citando datos de los CDC.
“Lo he visto con mis propios hijos: pasan mucho tiempo en sus habitaciones, mirando sus iPads, sin salir a tomar aire fresco o hacer ejercicios. Regañarlos no ayuda”, dijo Lee, señalando que dos tercios de los/as niños/as que participan en las clases virtuales habían disminuido la actividad física, y más de un tercio había empeorado su salud mental.
Además, se ha producido un aumento del 24% en los/as niños/as que acuden a la sala de emergencias con situaciones de emergencia relacionadas a la salud mental, y en el caso de los adolescentes, hubo un aumento del 31%.
“Los beneficios de la enseñanza presencial: mejor rendimiento académico y mejores resultados de salud física y mental, y eso supera con creces a los riesgos”, dijo Lee.
Traducido por Oscar Arteta