En la ciudad de Carolina del Norte, los hispanos asisten a las audiencias públicas de la Asamblea y alzan la voz sobre cómo quieren que se redibujen los mapas electorales.
A mediados de septiembre, más de 100 personas llenaron un auditorio en el colegio comunitario Durham Tech en Carolina del Norte. El objetivo era participar en audiencias públicas en las que la Asamblea General de ese estado debatía la redistribución de distritos electorales con base en los datos del censo 2020.
Un grupo de latinos liderado por el veterano organizador comunitario Ivan Almonte de Rapid Response asistió al evento para expresar su mirada sobre el rediseño de los distritos legislativos que sucede cada 10 años.
“Muchos latinos en Durham se sienten invisibles e impotentes a la hora de influenciar las instituciones sobre los asuntos que le importan a las familias y que son para el bienestar de las personas”, dijo Almonte durante una conversación informal en la sala de su casa convocada por Ethnic Media Services a la que se sumaron otros latinos activistas comunitarios.
“Desafortunadamente (la audiencia) fue en horarios donde no toda la gente de la clase trabajadora, la más impactada por la redistribución, podía ir, todo era en inglés y no había intérpretes… Había muy poco espacio y con casi 30 políticos ahí fue muy limitado para la comunidad”, contó Almonte quien ha exigido que hayan más audiencias y que sucedan en los barrios.
Durham es la cuarta ciudad que más creció en población en Carolina del Norte: solo la comunidad latina allí aumentó en un 40% en los últimos 10 años. Pero muchos de ellos son indocumentados, han sido desplazados dentro de la ciudad por los procesos de gentrificación y siguen en las sombras a pesar de vivir allí por más de dos décadas. En todo el estado solo siete condados no cooperan con las autoridades de inmigración, con lo cual la movilidad es reducida para muchos hispanos.
“No queremos exponer a nuestras familias a conducir a grandes distancias para ir a las audiencias porque si la policía los detiene pueden ir a la cárcel y terminar deportados”, continuó Almonte. “Pero es importante participar porque lo que pase en los siguientes 10 años pueden tener un impacto tan negativo como positivo en las vidas de todos. Durham es nuestro hogar”.
Para otros como Patricia Obregón, madre de 4 hijos y organizadora comunitaria involucrada con las escuelas públicas, una de las principales inversiones que debe hacer el estado en la próxima década es la educación.
“Las escuelas no tienen recursos, hay muchos estudiantes por salón, faltan programas después de la escuela, y faltan intérpretes y maestros para niños con habilidades especiales”, dijo Obregón. “Antes de la pandemia el superintendente de la escuelas públicas tenía reuniones con nosotros pero siempre nos dijo que no había presupuesto para todo lo que se necesita”.
Si bien en la junta escolar hay una representante latina, Alexandra Valladares, los activistas creen que se necesitan más voces para lograr cambios que atiendan a las minorías fuertemente afectadas por la pandemia en temas de salud mental: ni la telemedicina ni la educación virtual han sido accesibles dada la falta de acceso a dispositivos electrónicos entre la comunidad.
Angel, de 18 años, hijo de una organizadora comunitaria, pertenece al programa Respeto en Iglesia Inmaculada, y representa a los jóvenes en estos espacios. Dice que es su generación la que debería priorizarse en estos presupuestos. “¿Podrían enseñarnos en las escuelas sobre estudios étnicos? Nosotros somos la gente que va a cambiar el futuro”, sostuvo.
Casilda Jaimes ha trabajado con mujeres víctimas de violencia doméstica y dice que no existen programas que les permita reintegrarse después de estos episodios, y los pocos que hay no son ofrecidos en español.
“Un programa de consejería para hispanos que ofrezca un servicio de salud mental en español es tan importante y es un tema del que nunca se habla y al que no tenemos acceso”, dijo Jaimes, para quien asistir con intérprete a una terapia es “imposible”.
“Creo que la distribución de distritos se debe reconsiderar basado que a nuestra comunidad le ha costado mucho adaptarse a los servicios que ya conocen, entonces si nos mudamos a otros lugares, hay que empezar de cero”.
Laura Naine, ha trabajado 20 años con la comunidad haciendo entrevistas de investigación, y visitando vecindarios donde viven minorías de escasos recursos. Allí se ha encontrado con viviendas insalubres, calles poco iluminadas y sin pavimentar y espacios públicos sin mantenimiento alguno. La alcaldía de Durham había prometido una aplicación para que los habitantes de estos barrios expusieran sus quejas, pero esta nunca funcionó.
“Los trabajadores públicos deberían cumplir más con sus deberes y disponer más inspectores para que supervisen esas viviendas”, dijo Naine. “Aquí no hay mantenimiento y la gente paga rentas de $500 en adelante… Eso muestra la discriminación porque si alguna persona de otra comunidad necesita un servicio, inmediatamente lo resuelven”.
La pandemia también ha impactado a familias hispanas que a pesar de las moratorias ofrecidas para pagar el alquiler, se vieron obligadas a dejar sus viviendas por la falta de trabajo y tuvieron que mudarse a vecindarios con altos índices de violencia. Eso sin mencionar que las personas indocumentadas, no tienen acceso a los programas de vivienda pública o asequible.
Discriminación
“El clima político es muy feo en algunos condados”, dijo Almonte. “Burlington es el condado más racista de todo el estado, y Durham es más progresista y liberal, pero nos separan solo 30 minutos y allí hay un historial de arrestos y redadas… nuestros aliados siempre han sido las comunidades de color que defienden a los inmigrantes”.
Los organizadores mencionaron cómo ese ambiente hostil de discriminación se profundizó con la llegada de Donald Trump al poder. “La gente se descargó y abrió su cartera de racismo”, dijo Jaimes. “Se sintieron con permiso de decir ‘somos blancos’, ‘somos la supremacía’ con palabras y miradas hirientes, mucho negativismo”.
En lo que también coinciden todos es que a pesar de las barreras, la comunidad se está “despertando” y “empoderando” y ante eso los políticos tienen miedo de lo que puedan lograr. “Ellos tienen miedo de que nos demos cuenta que somos capaces de hacer tantos cambios y tantas cosas que lo que quieren es irnos rezagados y que no nos vea nadie”, agregó Obregón.
“Pero eso nos enseña a levantar aún más nuestras voces en un sistema en que a la gente morena le es muy difícil expresar su opinión. Tenemos el poder”, agregó Angel.
Almonte cerró el encuentro invitando a la comunidad a que “no tenga miedo de hablar con sus vecinos” y que ayude a crear comités en los vecindarios en los que se eduque sobre la redistribución de distritos y su importancia. “Pidan a las personas que les enseñen a navegar el sistema porque es importante estar unidos, no estar temerosos. Lo que hacemos viene de nuestro corazón porque nos impactan esos problemas y nuestros vecinos y familias necesitan esta lucha por la justa redistribución de distritos”, concluyó.