From left to right: Demetrios G. Papademetriou, Distinguished Transatlantic Fellow, Migration Policy Institute; Vicente Calderón, Editor, Tijuanapress.com; Krishnaraj Rao, freelance investigative journalist
Expertos aseguran que además de la vacuna, se requiere un acceso generalizado a pruebas confiables y resultados rápidos, mientras se continúa en el desarrollo de terapias antivirales y antiinflamatorias. La migración no será segura si los ciudadanos no usan máscaras.
Por: Jenny Manrique
Mientras la crisis de salud por la COVID-19 se dirige hacia una probable fase final gracias al avance de las vacunas, un reciente informe del Instituto de Políticas Migratorias (MPI en inglés) ilustra el desafío venidero para los gobiernos de todo el mundo: cómo reabrir las fronteras y las sociedades después de la devastación de la pandemia.
De acuerdo a Demetrios G. Papademetriou, presidente emérito del MPI y autor del informe “Manejando la pandemia y sus secuelas”, aunque los gobiernos están implementando constantemente nuevas pruebas y protocolos de cuarentena para viajeros, el “comportamiento humano es impredecible”.
“Es hora de cambiar la narrativa”, dijo Papademetriou en una conferencia organizada por Ethnic Media Services. “Independientemente de lo que hayan hecho nuestros líderes políticos, los mayores propiciadores (de la expansión del virus) somos nosotros… no estamos escuchando a los expertos (científicos), hay cansancio, estamos preocupados por las libertades… Para avanzar es fundamental seguir las reglas que son muy simples”.
El investigador se refirió a los comportamientos recomendados desde el principio de la pandemia y que se han convertido en una discusión polarizante especialmente en Estados Unidos: usar las máscaras, lavarse las manos y mantener seis pies de distancia frente a otros.
La ausencia de estos comportamientos ha contribuido a que el número de muertes a nivel mundial se aproxime al millón y medio, convirtiendo a la COVID-19 en la pandemia más mortal de los últimos 100 años. En Estados Unidos, el país con las cifras más preocupantes, los fallecimientos suman casi 260,000.
“No estamos cerca de controlar la pandemia”, aseveró Papademetriou. “Aunque los derechos de emergencia para distribuir la vacuna serán otorgados (a Pfizer y Moderna) todavía tendremos que esperar al menos ocho meses para que llegue a toda la población… Además, la mayoría de muertes suceden en la segunda ola durante el invierno, tenemos que proteger a nuestras familias”.
Según Papademetriou, para abrir las fronteras de manera segura se requiere un acceso generalizado a pruebas confiables y resultados rápidos, mientras se continúa en el desarrollo de terapias antivirales y antiinflamatorias para disminuir la intensidad de la infección y los tiempos de recuperación. Y la distribución de las vacunas tendrá sus propios retos especialmente en países subdesarrollados, por temas como su refrigeración a muy bajas temperaturas.
Aunque anticipa que el presidente electo Joe Biden tendrá una mejor cooperación con otros países, “no se puede tener la expectativa en una sola persona, si no hacemos nuestra parte… si no le ponemos atención a la gente en esos países pobres, tendremos un efecto boomerang cuando la gente comience a movilizarse de nuevo”.
De acuerdo a la Organización para la cooperación económica y el desarrollo (OCDE en inglés) la pandemia ha causado una reducción mundial de la migración de un 46% durante la primera mitad del 2020, con el segundo trimestre del año registrando un declive del 72%. Hasta septiembre, 70 países continuaban con sus fronteras cerradas, lo que permitió el control del virus en Nueva Zelanda -por el hecho de ser una isla- y Vietnam, una sociedad altamente disciplinada que siguió la política de máscaras desde el principio.
Pero como las tasas de infección y hospitalización se han disparado en docenas de ciudades y jurisdicciones subnacionales en la mayoría de países de Europa, América, y Asia meridional, la movilidad de personas va a seguir siendo un reto para las economías. Entre Estados Unidos, Canadá y México, la migración se ha reducido a “viajes esenciales” un concepto que de acuerdo a Papademetriou todavía está en mora de ser definido.
“Habrá una demanda de trabajadores esenciales altamente calificados en la investigación médica o para la atención de la salud en general como doctores y enfermeras, pero hay incertidumbre sobre qué pasará con los trabajadores agrícolas que han sido vitales para la sociedad”, dijo el experto.
“Es hora de invertir en los nacidos en el extranjero, sin importar cómo llegaron a Estados Unidos… fueron ellos los que este año estuvieron en la primera línea y le pusieron la cara al virus,” aseveró Papademetriou, para quien es probable que la profundidad de la recesión económica permita reactivar la migración, el reasentamiento de refugiados o la aceptación de aplicaciones de asilo, pero “de manera muy lenta”.
“Quédate en México”
Estas políticas son especialmente importantes para México que desde el inicio de la pandemia ha enfrentado las consecuencias del protocolo del presidente Donald Trump
conocido como “Quédate en México”, que obliga a los migrantes a esperar en el vecino país por sus trámites de asilo.
Según Vicente Calderón, periodista y editor de Tijuanapress.com quien vive en la fronteriza ciudad de Tijuana, 10,000 inmigrantes, principalmente de Centroamérica, permanecen a la espera de la resolución de su caso “en situaciones muy peligrosas, enfrentando a los carteles mexicanos”.
“La pandemia ha sido la perfecta excusa para extremar esas políticas… el gobierno norteamericano se elogia a sí mismo porque hoy cuando alguien cruza ilegalmente le toma apenas dos horas devolverlos, en lo que llaman “deportaciones express”… Estos deportados enfrentan la muerte en sus países: eso ha sido una carga más que para los gobiernos, para las sociedades”.
Tijuana ha sido tradicionalmente una ruta internacional de migración de personas de Guatemala, Salvador y Honduras pero también de haitianos, africanos y chinos. Las políticas de Trump que han incluido la ampliación del muro fronterizo y una mayor vigilancia en los puertos de entrada, “ha forzado a los migrantes a tomar otras rutas más peligrosas… a la fecha al menos cinco personas han muerto en el océano”.
Calderón cree que si bien muchos migrantes tienen la esperanza en algunos cambios con la administración de Biden, el número de gente tratando de entrar será más alto, “lo que hará la situación más peligrosa y costosa, sea de manera legal o ilegal”.
Para Krishnaraj Rao, periodista de investigación independiente de Mumbai, India, la migración interna es la principal preocupación en el país asiatico. Uno de cada 10 indios es un trabajador agrícola que se mueve de los suburbios hacia las grandes ciudades, en donde el concepto de distanciamiento social no existe.
“El 70% de la gente en las áreas urbanas de Mumbai vive en casas donde hay 10 o 12 personas y la puerta del vecino está a menos de dos pies de distancia”, dijo Rao. “En los barrios marginales, 200 personas comparten un baño, hay agua para lavarse las manos, pero no hay jabón… y esa situación se repite en países vecinos como Pakistán, Sri Lanka, Nepal y países del sudeste asiático”.
Y a pesar del contexto, Rao aseguró que la crisis de la COVID-19 los ha golpeado menos de lo que habían anticipado. India tiene una sexta parte de la población mundial y una sexta parte de los casos de COVID-19. Sin embargo, representa sólo el 10% de las muertes mundiales por el virus, y su tasa de letalidad es menos del 2%.
“Las tasas de mortalidad son bajas comparadas con el resto del mundo, y no hemos visto cadáveres apilados en las calles”, dijo Rao. “No creo que se trate de infraregistro, los indios no están siguiendo los protocolos que el resto del mundo (uso de máscaras), se lo están tomando muy a la ligera, y aun así no nos ha afectado tanto”.
Científicos indios han argumentado que las personas que viven en países pobres, pueden haber desarrollado una “inmunidad natural” a la COVID-19 debido a la exposición a varios patógenos desde la infancia.
“Es una inmunidad misteriosa e inexplicable”, dijo Rao, “pero el consenso general es que ya no podemos hacer esto (la cuarentena) por mucho más tiempo”, concluyó.