From left to right: Dr. Veena Dubal, Professor of Law at the U.C. Hastings School of Law. Dr. Dubal; Dr. Alexandrea Ravenelle, Professor in Sociology at the University of North Carolina, Chapel Hill; Roberto Moreno, driver for Uber and Lyft
Gigantes tecnológicos como Uber y Lyft impulsan la iniciativa para mantener a sus trabajadores en la economía a destajo: sin salario mínimo ni seguridad social. Votantes podrán decidir en las urnas sobre este modelo de negocio.
Por: Jenny Manrique
Mientras estaba en lista de espera para convertirse en conductor de Uber, Roberto Moreno veía a sus colegas ganar significativas cantidades de dinero a través de la aplicación que permite hacer carreras de taxi en carros particulares, trabajando en las noches y los fines de semana. En agosto de 2017, la empresa le dio de alta junto a otros 1000 conductores, algunos de los cuales tomaron la opción que les dio Uber de arrendar un vehículo a bajo costo.
“La empresa ofreció cualquier cantidad de ventajas para unirse pero luego la aplicación se comenzó a saturar”, contó Moreno desde San Diego, California, durante una conferencia de prensa organizada por Ethnic Media Services, via Zoom. “Querían sobrepasar a Lyft (la aplicación competidora) y les salía muy barato traer más conductores porque ya ni verificación de antecedentes estaban haciendo”.
Moreno hace parte de los trabajadores de la economía a destajo, que representan más de un tercio de la fuerza laboral de Estados Unidos. Es decir aquellos que reciben su pago por horas o servicios y no tienen los beneficios de un trabajador con contrato: conductores o repartidores de aplicaciones como Uber, Lyft, Doordash, Instacart y Postmates; y empleadas de servicio, jardineros, arrendadores, o asistentes personales que usan plataformas como TaskRabbit, Fiverr y AirBnB.
Los inventores de estas aplicaciones tecnológicas quieren perpetuar este modelo de negocio a través de la Proposición 22: una iniciativa que aparecerá en la boleta electoral en Noviembre en California que busca mantener a sus trabajadores como contratistas independientes, en lugar de empleados.
“La Proposición 22 no busca proteger a los choferes para que sean independientes y flexibles”, advirtió Moreno quien en los primeros meses de la COVID-19, perdió cerca del 75% de sus ingresos. “Uber y Lyft están diseñando un modelo de empresa para poder mudarlo a otros sectores como enfermería, docencia, mecánica, quienes trabajan en las tiendas… estos trabajadores también van a terminar ofreciendo sus servicios a través de aplicaciones y entonces estaremos todos en el mismo bote”.
Esta fuerza laboral emergente está compuesta mayoritariamente por personas de comunidades étnicas y nuevos inmigrantes.
Antes de la pandemia, trabajando desde el viernes a la noche hasta el lunes a la madrugada, Moreno podía hacerse entre US$850 y US$1.200. Pero la competencia, y la posterior llegada del Coronavirus provocó que más del 25% del tiempo que anda en su carro, esté manejando sin pasajeros y gastando gasolina. En el mejor de los casos por las mismas horas de trabajo, sus ganancias se han reducido a US$350.
Estos gigantes tecnológicos han invertido casi 200 millones de dólares en la campaña para aprobar la proposición 22, dinero que podría haber cubierto tres años de beneficios en seguridad social de sus conductores, según Moreno. Como independientes, estos trabajadores han sido víctimas de estrategias de las empresas como cobrarle más al pasajero pero pagarle menos al conductor, obligarlos a limitar las horas de trabajo o a hacer viajes cortos en zonas desiertas, lo que ha precarizado aún más su ingreso. Esto empeoró con la llegada de la COVID-19, ya que la gente sale muy poco de su casa y no necesita el servicio.
Moreno espera que la propuesta no pase porque “no queremos depender de la asistencia pública mientras trabajamos para una corporación multimillonaria, con negocios en todo el mundo.. Necesitamos tener W2s (la forma de impuestos que llenan quienes están empleados) para comprar o alquilar una casa, o para mandar a nuestros hijos a la universidad”, agregó.
Preferencias apretadas
Algunas encuestas muestran que las preferencias sobre la Proposición 22 están apretadas: a solo un mes de las elecciones el 36% dijo que votaría SÍ y el 33% dijo que votaría NO, con un gran número de indecisos en el medio. Entre quienes la apoyan están por supuesto las plataformas tecnológicas, cámaras de comercio, el senador Ted Cruz y el presidente Donald Trump. Y entre quienes la rechazan aparecen sindicatos como Rideshare Drivers United, Gig Workers Rising, organizaciones como Human Rights Watch, la senadora Elizabeth Warren y la fórmula demócrata a la presidencia compuesta por Joe Biden y Kamala Harris.
Esta información fue compartida por Veena Dubal, profesora de leyes de la facultad de derecho Hastings en la Universidad de California quien calificó la Proposición 22 como una de “las leyes laborales más peligrosas que he visto en mi vida”.
“Elimina la protección salarial basada en el tiempo de trabajo; no provee licencia por enfermedad ni seguro médico, ni tampoco compensación por el tiempo en que no hay un pasajero en el auto… eso en tiempos de pre-pandemia los dejaba con una ganancia de $5 por hora”, dijo Dubal.
Cuando estas compañías irrumpieron en el mercado, el modelo era financiado por capitalistas de riesgo por lo cual hubo una rentabilidad “ficticia” para todos. Pero desde el 2012, estos márgenes han bajado considerablemente al punto de que hoy estos trabajadores no ganan ni el 60% de entonces.
También ha influido el hecho de que estas plataformas arrancaron sin regulación laboral alguna, hasta que en agosto pasado, el juez de la Corte Superior de California, Ethan P. Schulman, dijo que Uber y Lyft habían incumplido con el proyecto de Ley AB5 que clasificó a ciertas categorías de trabajadores freelance como empleados, lo que les obliga a cumplir con ciertas disposiciones sobre desempleo, salario mínimo y horas extra.
Las empresas argumentan que son plataformas tecnológicas en lugar de servicios de transporte y que los conductores no son el núcleo de sus plataformas.
“El juez decidió que a los conductores se les deben millones de dólares en salarios atrasados, porque siempre han ganado menos del salario mínimo”, agregó Dubal. “La respuesta fue inundar todos los medios con propaganda sobre la Proposición 22, la más cara en la historia… Aunque está escrita para plataformas de transporte y servicios de delivery, si cualquier compañía decide crear una plataforma para abaratar costos, los trabajadores no tendrán derecho a protecciones laborales bajo esta propuesta, que ha sido manejada con muchas mentiras y desinformación”.
Dubal también advirtió que otro peligro de la iniciativa es que evita que los consumidores que por ejemplo resulten heridos, abusados o violados mientras utilizan estos servicios, responsabilicen a las empresas. Y a la par, desincentiva a las plataformas a tomar medidas de precaución y prevención para garantizar que sus servicios sean seguros, porque no son penalmente responsables de nada ya que los conductores son contratistas y no empleados.
Expuestos a COVID
Lo más preocupante es que a pesar de que estos empleos han sido especialmente vulnerables a una disminución masiva de la demanda, estos trabajadores informales están más expuestos a la COVID-19 por el constante contacto con extraños que requieren sus servicios, observó Alexandrea Ravenelle, profesora de sociología en la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill.
“Y estos trabajadores ni siquiera pudieron acceder al seguro de desempleo o a los alivios financieros de la pandemia… algunos por miedo a revelar su estatus migratorio o al estigma que viene con recibir ayuda del estado, o simplemente no podían esperar más por los beneficios de desempleo”, explicó la socióloga. A esto se suma que buena parte de la fuerza laboral que se quedó sin empleo, tuvo que volcarse a esta economía informal para poder pagar la renta y dar de comer a sus hijos.
Ravenelle sostuvo que los estafadores han aprovechado esta vulnerabilidad para atraer a freelancers con ofertas que han resultado ser incluso trabajo sexual. “Es un salvaje oeste aterrador para estos trabajadores”, dijo la experta. “Y lo más predecible es que la fuerza laboral estadounidense se incline más y más hacia este modelo, perdiendo las protecciones que teníamos en el pasado”, concluyó.