Tuesday, November 5, 2024
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    James Webb es solo la punta del iceberg en la exploración espacial

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    El lanzamiento exitoso del telescopio James Webb en diciembre revitalizó el entusiasmo por las aparentes infinitas oportunidades para expandir nuestra comprensión del universo. Según los científicos, el próximo gran esfuerzo es construir una base en la luna.

    Ese objetivo es parte de la misión detrás del cohete lunar Artemis 1, cuyo lanzamiento se retrasó nuevamente debido al huracán Ida que ahora azota la costa de Florida.

    “La misión es garantizar que viajar a la luna para los humanos durante muchos días sea seguro”, dijo Alexandra de Castro, comunicadora de ciencia y tecnología de PASQAL, que diseña programas de computación cuántica.

    Cuando se lance, Artemis 1 llevará maniquíes de tamaño humano fijados con detectores para determinar la cantidad de radiación a la que los astronautas podrían estar expuestos durante períodos de tiempo más largos en la luna. Según de Castro, el lanzamiento de Artemis 2, programado para mayo de 2024, llevará a cuatro astronautas, incluida posiblemente la primera mujer astronauta en caminar sobre la luna.

    Castro habló durante una rueda de prensa organizada por Ethnic Media Services sobre lo que se avecina en la exploración espacial.

    “China y Rusia también están colaborando en una base lunar”, señaló de Castro, insinuando el potencial de una nueva carrera espacial como la que definió gran parte de la Guerra Fría luego del lanzamiento del cohete Sputnik por parte de la Unión Soviética en 1957.

    Alexandra de Castro, science and technology communicator at PASQAL

    En años más recientes, Rusia había estado colaborando con la NASA en la Estación Espacial Internacional y estaba trabajando tanto con la NASA como con la Agencia Espacial Europea en el proyecto Gateway, cuyo objetivo es establecer una estación orbital alrededor de la luna. Los alimentos y otros suministros debían transportarse desde la Tierra a la estación utilizando módulos de fabricación rusa.

    Pero Rusia cortó toda cooperación inmediatamente después de su invasión de Ucrania, y desde entonces ha recurrido a su aliado en Beijing, enfatizó de Castro.

    La última misión tripulada a la luna fue el Apolo 17 en 1972. El viaje en ese entonces tomó 12 días y estuvo plagado de peligros potenciales dado lo poco que los científicos sabían sobre los riesgos de los viajes espaciales.

    “Ahora tenemos mucha información de los 20 años de experiencia con la Estación Espacial Internacional”, dijo de Castro, y agregó que esta próxima fase en el alcance de la humanidad hacia las estrellas tiene una gran posibilidad en campos que se extienden mucho más allá del espacio: desde la atención médica hasta comunicaciones, transporte y cambio climático.

    Y luego está la cuestión de la vida extraterrestre.

    Marcio Meléndez trabaja en el Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial (STSci) en Baltimore, Maryland, y formó parte del equipo que trabajó en los espejos de Webb. “Hace tres años, solo conocíamos un exoplaneta”, planetas que orbitan estrellas fuera de nuestro propio sistema solar. “Ahora tenemos 5.000 exoplanetas y muchos de ellos son similares a la Tierra”.

    El descubrimiento de la galaxia de Andrómeda por parte del astrónomo estadounidense Edwin Hubble en 1924 cambió drásticamente nuestra comprensión del universo, demostrando su extensión mucho más allá de nuestra propia Vía Láctea. Desde entonces, la NASA ha puesto en órbita más de 90 telescopios con la esperanza de profundizar aún más nuestra visión del cosmos.

    Marcio Melendez is with the Space Telescope Science Institute (STSci) in Baltimore, Maryland.

    Ese esfuerzo ha llevado al descubrimiento de miles de millones de estrellas y galaxias y ha acercado a la humanidad más que en cualquier otro momento de la historia a responder algunas de nuestras preguntas más desconcertantes y profundas: de dónde venimos, cómo se formó el universo y cuál es su origen. ¿Hay vida fuera de nuestro sistema solar?

    “Necesitamos pensar en grande y no hay nada más grande que James Webb”, dijo Meléndez. “Piense en un telescopio tan sensible que puede ver la firma de calor de un abejorro en la luna”.

    Esa sensibilidad se debe en parte a la tecnología óptica infrarroja de Webb, que debe permanecer a una temperatura de otro mundo de menos de 7 kelvin, o aproximadamente 500° Fahrenheit negativo. Mantener condiciones tan gélidas, incluso en el vacío del espacio profundo, requiere una enorme visera solar similar a un origami que proteja al telescopio de los cálidos rayos del sol.

    “Prácticamente cada imagen que tomamos con James Webb es un campo profundo”, es decir, una imagen que se asoma a la negrura del espacio, explicó Meléndez. Cada imagen, agrega, contiene “cientos de galaxias en el fondo”, lo que convierte a Webb en algo parecido a una “máquina del tiempo”, capaz de ver la luz que ha viajado miles de millones de años hasta los orígenes del universo.

    El telescopio también puede detectar cómo se forman los planetas y las estrellas y cómo interactúan las galaxias.

    “Webb puede caracterizar la abundancia de diferentes moléculas en las atmósferas de los exoplanetas”, lo que puede ayudar a determinar la presencia de vida, dijo Nicole Arulanantham de STSci. “Ahora, si esa vida es inteligente, no lo sabemos”.

    La principal área de investigación de Arulanantham es la formación de estrellas y planetas. Con el Telescopio Espacial Hubble, ella y su equipo han estado observando cómo las estrellas jóvenes usan la luz ultravioleta en el proceso de formación de planetas. “Esto nos dice qué tan rápido están creciendo las estrellas”, dijo.

    Con Webb, ella y su equipo ahora podrán determinar el papel que juega el agua en ese proceso, explicando que con el telescopio se pueden ver moléculas como el cianuro de hidrógeno, un importante portador de hidrógeno, carbono y nitrógeno, esencial para la formación de vida en la tierra. 

    Para de Castro, uno de los mayores logros en la exploración espacial está aquí en la tierra. Los Acuerdos de Artemis son una serie de acuerdos bilaterales entre las naciones que participan en el programa Artemis, que reúne a científicos de todo el mundo como parte de un esfuerzo por devolver a los humanos a la luna.

    “Así es como se hace la ciencia hoy”, dijo. “Nos enseña cómo tratarnos unos a otros”.

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