Thursday, November 21, 2024
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    Latinos, enfermos y sin hogar: un programa del condado de LA ayuda a los más vulnerables

    La población de sin techo de Los Ángeles está experimentando un aumento del número de latinos que viven en la calle, una tendencia alimentada por la pandemia del COVID-19 y las crecientes tasas de consumo de drogas y adicción.

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    Hace un par de años que Roberto Juárez, de 75 años, estaba prácticamente incapacitado por problemas en una rodilla y espalda, así como a punto de verse en la calle y sin dinero para pagar el cuartito donde vivía en Los Ángeles.

    Hoy, Juárez ha recibido dos operaciones en la columna y la rodilla, con tres más en el tintero, y no sólo no ha terminado en la calle, sino que tiene un hogar y servicios que lo rodean las 24 horas, gracias a un programa del condado de Los Ángeles que ofrece vivienda y apoyo a personas enfermas que son indigentes o en riesgo de serlo.

    El programa se llama “Housing for Health”.

    “Esta ayuda fue mi salvación”, cuenta Juárez, durante una entrevista en el Centro de Recursos Recuperativos Martin Luther King Jr., donde vive desde el pasado noviembre. Antes de eso, pasó ocho meses hospedado en un hotel Holiday Inn de Long Beach, todo gracias al mismo programa, administrado por el Departamento de Salud del Condado.  

    “Por ahí estuviera en alguna calle, y seguramente iba a terminar más enfermo”, agrega, y sonríe tímidamente: “Aquí estoy muy bien, y espero estar aquí mientras me dejen”.

    Con una salud en deterioro, la falta de documentos migratorios y sin familia en quien apoyarse, Juárez estaba destinado a ser uno más en las tendencias estadísticas de los últimos años, en las que más y más latinos, muchos de edad avanzada, terminan engrosando las filas de las personas sin hogar y abandonados a su suerte en las calles de Los Ángeles.

    “Nuestro programa se enfoca en personas con una condición médica de la que necesitan recuperarse y que no pueden volver a las calles”, explica Jerri Santo, directora del programa Centro de Cuidado Recuperativo MLK, un centro de residencia temporal que es parte de Housing for Health.

    “Tenemos a personas con amputaciones recientes, heridas de bala, por lo que también pueden tener, y a menudo tienen, problemas de salud mental y abuso de sustancias. Pero eso no es un criterio, ni nada que los excluya. Así que primero se trata de personas sin hogar con problemas médicos”, explica Santo.

    La directora explica que cada vez llegan más a su programa latinos adultos y de avanzada edad como Roberto, y personas mayores en general, aunque atienden a todos sin importar quienes son.

    El centro funciona desde 2017 gracias a fondos de la Proposición H, aprobada ese año por los votantes del condado de Los Ángeles para apoyo a las personas sin hogar.

    Este es uno de los varios programas para combatir la indigencia que se financian con esos fondos, y con otra medida aprobada en 2016, la HHH en la ciudad de Los Ángeles, pero, aun así, la cantidad de personas sin hogar en la región continúa aumentando.

    “Que crezca la indigencia no quiere decir que no estamos ofreciendo hogar a cientos o miles de personas al mes o al año en el estado de California, si lo estamos haciendo”, afirma Chris Contreras, director de Brilliant Corners, una organización que, junto al Departamento de Servicios de Salud del condado, ofrece soluciones que incluyen vivienda y servicios para las poblaciones más vulnerables. “Pero el número de gente que se queda sin hogar es mayor que las que podemos ayudar cada día”.

    Con la salud deteriorada y sin familia a la que recurrir, Roberto Juárez, de 75 años, se enfrentó a la perspectiva de vivir en la calle antes de encontrar apoyo en el programa Housing for Health del condado de Los Ángeles. (Crédito: Pilar Marrero)

    Cada vez más latinos viven en la calle

    Entre los grupos cuya presencia en las calles ha crecido más rápidamente en los últimos años, particularmente durante y después de la pandemia, está la población latina.

    En el condado de Los Ángeles, la cantidad de latinos identificados como personas sin un techo aumentó en 26% entre 2020 y 2022. Según el último conteo de la Agencia de Servicios para Indigentes de Los Ángeles, el 44.5% de la población sin hogar es latina.

    El impacto de COVID sobre la población latina fue importante, pero había condiciones anteriores que aumentaron la vulnerabilidad de este grupo a la indigencia, según señalan análisis varios, incluyendo los de Melissa Chinchilla, científica del Departamento de Siquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).

    “La situación de los latinos sin hogar se complica por una serie de factores: el estatus migratorio, las barreras culturales y lingüísticas, y la situación de bajos ingresos. Además, estos factores a menudo se superponen, creando una imagen compleja de la falta de vivienda.”, señala Chinchilla en un reporte publicado por la Latino Politics and Policy Initiative de UCLA.

    Roberto Juarez es un ejemplo de esto. El hombre lleva 30 años en este país, pero no tiene papeles. Tenía un único hermano, que murió en 2014 y le estaba patrocinando su residencia, pero falleció de cáncer. Juárez no habla inglés y generalmente no sabe donde pedir ayuda.

    Pero al ir a una cita médica al hospital general, un trabajador social vio que el hombre estaba a punto de quedarse sin hogar, y lo conectó con los servicios del condado.

    “Nadie puede recuperarse de un problema de salud viviendo en un vehículo o una tienda de campaña en la calle”, explica Laura Hamilton, portavoz del Departamento de Saludo del condado. “Este es el tipo de persona en la que Housing for Health se enfoca, debes estar bajo techo si quieres recuperarte. Personas como estas mueren en las calles”.

    El cubano Enzo Rogelio Crucet es un adicto en recuperación que pasó varios años viviendo en su coche. Recientemente diagnosticado de cáncer, está recibiendo tratamiento a través del programa Salud por Vivienda. (Crédito: Pilar Marrero.)

    Latinos y las drogas, muertes por sobredosis

    Otra razón del aumento de latinos en la indigencia es el creciente uso de drogas como los opioides entre esta población. Esta tendencia se traduce en un aumento en las muertes por sobredosis de opioides, que se duplicaron entre 2016 y 2019, y muy probablemente, aumentaron aún más durante la crisis de COVID.

    El uso de metanfetaminas -entre ellas el peligroso fentanilo y otras- que tanto daño está causando en la población indigente de Los Ángeles, es otro problema común que lleva a los latinos a la indigencia.

    Es el caso de otro beneficiario de Housing for Health, el cubano Enzo Rogelio Crucet, de 62 años de edad.

    Crucet ha vivido en las calles -en su vehículo- durante varios años. Primero solo, luego con su esposa y solo de nuevo, al morir ella de cáncer.  Por un tiempo, la pareja vivió en Massachussets, donde ella tenía hijos de un matrimonio anterior, pero Enzo regresó a Los Ángeles tras morir su compañera.

    Aquí vive su madre, una mujer de 82 años que lo ayuda en lo que puede, pero que no puede recibirlo en su casa porque vive en un apartamento subsidiado que no admite otros residentes.

    Enzo tampoco puede recibir la mayoría de los programas públicos porque al igual que Roberto, también es indocumentado.

    Un día, Enzo se desmayó en su carro y terminó yendo al hospital, donde le diagnosticaron un cáncer de colon. Un trabajador social lo conectó con los programas del condado y ahora vive en el mismo centro que Roberto.

    “Si, yo usé drogas, las he usado desde los 13 años, fumo metanfetamina, pero desde que estoy aquí dentro no lo hago, estoy limpio”, dice. “También tengo miedo de salir porque soy un usuario de alta capacidad. Funciono bien con las drogas”.

    Enzo recibe tratamiento para su cáncer, y ahora solo piensa en curarse y en volver a trabajar en una cocina, como antes de su enfermedad. También va a terapia y no se ha drogado en 17 meses.

    “Aquí me atienden y hasta me hacen la lavandería”, apunta. “Yo sigo las reglas, porque estoy muy agradecido, pero cuando llegué no sabía si valdría la pena luchar contra el cáncer. Pero aquí todo el mundo tiene una palabra amable y te ayudan. Eso me ha hecho sentir que tengo ganas de luchar”.

    Feature image via Unsplash

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