La reciente decisión del Tribunal Supremo de anular la Acción afirmativa (Affirmative Action) ha dejado a los estudiantes de último grado de preparatoria, que están listos para ir a la universidad, y al personal de admisiones lidiando con el futuro de la diversidad en las universidades.
Esta sentencia histórica desmantela décadas de precedentes, eliminando una herramienta que muchas instituciones utilizaban para considerar el aspecto de la raza en las decisiones de admisión a la universidad. Establecida originalmente para abordar las desigualdades raciales en la educación, la Acción afirmativa ayudó a innumerables estudiantes de minorías a superar las barreras sistémicas para acceder a la universidad.
Como estudiante de último grado de preparatoria que se enfrenta al proceso de la solicitud de ingreso a la universidad en esta nueva era, estoy observando cómo mis compañeros abordan el tema de la identidad de formas matizadas y creativas, especialmente en torno a la raza.
Sin la Acción afirmativa, los estudiantes con antecedentes que están ínfimamente representados, en comparación con el promedio, responden con un nuevo tipo de creatividad y vulnerabilidad. En lugar de datos demográficos, los relatos personales se están convirtiendo en el conducto para expresar cómo ha influido la raza y la cultura en su historia.
Al incorporar la raza como uno de los factores de admisión, las universidades pretendían crear entornos en los que los estudiantes pudieran aprender no sólo de sus profesores, sino también de las experiencias vividas por los demás.
Ahora, con esa puerta cerrada, las universidades buscan nuevas formas de promover la diversidad, mientras que los estudiantes de entornos marginados se enfrentan a un nuevo dilema: cómo abordar -o si- abordar sus identidades raciales en las solicitudes. Muchos se están dando cuenta de que, aunque la raza ya no pueda considerarse explícitamente, sigue siendo una parte esencial de quiénes son. En respuesta, están optando por incorporarla de forma sutil, pero poderosa, en sus ensayos personales.
En las dos sentencias del Tribunal Supremo involucradas en la decisión: Estudiantes por unas Admisiones Justas vs. Harvard y Estudiantes por unas Admisiones Justas vs. la Universidad de Carolina del Norte(Students for Fair Admissions v. Harvard and Students for Fair Admissions v. University of North Carolina), el Presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, aclaró que, aunque las universidades ya no pueden considerar explícitamente la raza como un factor independiente, los estudiantes siguen siendo libres de hablar de cómo la raza ha moldeado sus vidas, sus experiencias y su carácter.
Como Roberts escribió en la opinión mayoritaria: “Nada en esta opinión debe interpretarse como una prohibición a las universidades de considerar la discusión de un solicitante sobre cómo la raza afectó su vida, ya sea a través de la discriminación, la inspiración o de otra manera”.
Enfatizó que la raza puede seguir influyendo en las decisiones de admisión, siempre y cuando se inserte en una narrativa más amplia de crecimiento personal, resilencia o valores, y no como base para una preferencia.
En otras palabras, los estudiantes pueden compartir historias que den vida a sus orígenes. Cuando la raza y la cultura son parte integrante de su trayectoria, pueden añadir profundidad a una solicitud de manera que las calificaciones y los resultados de los exámenes simplemente no pueden. La clave está en fundamentar estas ideas en una historia sobre quiénes son, no sólo como un indicador de diversidad, sino como un reflejo de su carácter.
Personalmente, he visto a amigos de distintas procedencias lidiar con la forma de incluir estos aspectos de sí mismos en sus ensayos.
Mi amiga chino-estadounidense, por ejemplo, escribió sobre su viaje hacia la aceptación de su identidad a través del maquillaje. Pasó años ajustándose a los cánones de belleza eurocéntricos, modificando su aspecto para encajar. Pero cuando exploró las tendencias de maquillaje que resaltaban sus rasgos naturales, empezó a ver la belleza de su herencia china. Su historia capta las complejidades de la raza, los medios de comunicación y la autoestima, capas que añaden dimensión a su aplicación.
Otra amiga, estadounidense de origen haitiano, centró su ensayo en la compleja dinámica de su familia. Al crecer en un hogar dividido, luchó con la tensión entre la ausencia de su padre y los valores culturales haitianos que enfatizan la lealtad familiar. Su ensayo refleja el tira y afloja entre el dolor personal y el orgullo cultural, un relato que resuena en muchos estudiantes de primera y segunda generación que equilibran la tradición con el crecimiento individual.
Leyendo estos ensayos, veo la riqueza que la raza y la cultura aportan a una solicitud. Para algunos estudiantes, hablar de la identidad ofrece una visión de aspectos de sí mismos que las notas y los resultados de los exámenes simplemente no pueden captar. Cuando se escriben con cuidado, estas historias revelan perspectivas que, de otro modo, los responsables de admisiones pasarían por alto.
Sin embargo, no es fácil escribir sobre la raza de un modo que resulte auténtico e impactante. Hay una delgada línea entre compartir los retos y parecer que se busca compasión.
A algunos estudiantes les preocupa que sus relatos se reduzcan a “historias tristes”, pero los ensayos más convincentes, en mi opinión, se centran en el crecimiento, enmarcando la identidad como parte de un viaje más amplio hacia el desarrollo personal. Reconocen los retos pero destacan la capacidad de resilencia que les infundieron, vinculando sus identidades a sus ambiciones, valores y esperanzas para el futuro.
Personalmente, decidí no centrar mi ensayo en el tema de raza. Para mí, otros aspectos de mi experiencia son más definitorios. La raza forma parte de mi trayectoria, pero no era el aspecto que quería destacar.
Para algunos de mis amigos, sin embargo, sus identidades raciales y culturales son inseparables de lo que son, y decidieron destacar esos aspectos como partes esenciales de sus historias. En un proceso de admisión en el que la raza no puede tenerse en cuenta directamente, enriquecer estos relatos -de forma sutil, intencionada y dentro de una narrativa más amplia- sigue siendo poderosa.
La anulación de la Acción afirmativa ha alterado el proceso de solicitud de admisión a la universidad, quizá de forma permanente. Pero los estudiantes se están adaptando, encontrando formas de transmitir quiénes son sin reducirse a una sola etiqueta.
Aunque la raza ya no quepa en una casilla, las experiencias que conforman nuestras identidades no son menos significativas ni menos reales. Los estudiantes están contando sus historias y, en cierto sentido, esa es la respuesta más poderosa a esta nueva normativa sobre admisiones universitarias.
Esta cobertura ha sido posible gracias al proyecto informativo de Ethnic Media Services / AAJC sobre la diversidad después de la revocación de Acción afirmativa.