From left to right: Nirav R. Shah, MD, MPH, Senior Scholar, Stanford University’s School of Medicine; Dr. Kim Rhoads, UCSF; Dr. Daniel Turner-Lloveras; Dr. Dali Fan, Health Science Clinical Professor, UC Davis
La variante B117, más contagiosa y virulenta que su predecesora, podría convertirse en la cepa dominante para el verano. ¿Pueden los EE. UU. lograr la inmunidad colectiva antes de que prevalezca?
Por: Jenny Manrique
La carrera por lograr la inmunidad colectiva antes de que las nuevas cepas del coronavirus prevalezcan entre la población, sigue tropezando con uno de los mayores cuellos de botella en los esfuerzos de vacunación: alcanzar a las comunidades minoritarias.
Latinos, afroamericanos, y ancianos confinados en casa, quienes han sufrido las mayores tasas de infección por COVID-19, aún representan los más bajos índices de vacunación en todo el país.
“Las comunidades minoritarias se han quedado por fuera del boom de la telemedicina y muy atrás en la carrera por inscribirse para ser vacunados”, dijo el Dr. Daniel Turner Lloveras, miembro fundador de la Coalición Latina contra la COVID-19, durante una conferencia con medios étnicos organizada por Ethnic Media Services.
“A menos que hagamos algo, seguirán quedando atrás y contribuyendo así a la inequitativa distribución de las vacunas contra la COVID-19”.
Turner Lloveras creó el ‘Programa Digital Compañero’, una iniciativa para abordar la alfabetización digital entre la comunidad latina, que se vio afectada por la transición a la virtualidad durante la pandemia.
Según una encuesta del Pew Research Center, antes de la llegada del virus, solo el 57% de las familias latinas tenía un computador en la casa frente a un 82% de las familias blancas con acceso a ese dispositivo.
Y mientras la sociedad se movía al teletrabajo y la educación remota por causa de la COVID-19, casi el 40% de los hogares hispanos carecía de internet lo que promovió escenas como la de niños conectados a los Wi-Fi gratuitos en los parqueaderos de McDonalds.
“Nuestros voluntarios bilingües llaman por teléfono a ancianos latinos que no se sienten cómodos usando internet o a inmigrantes que no tienen la educación digital para meterse en línea y anotarse para recibir la vacuna”, dijo el Dr. Turner Lloveras sobre su iniciativa que también hace uso de mensajes de texto y de Whatsapp y visitas puerta a puerta con los protocolos requeridos, para mejorar las habilidades digitales entre la comunidad.
No solo para acceder a servicios de salud, sino también a oportunidades laborales, información financiera, y programas gubernamentales.
“Otro componente (del programa) es abordar la vacilación sobre la vacuna que ha sido un tema muy confuso en los últimos meses”, aseguró Turner Lloveras. A través de reuniones públicas virtuales, trabajadores de la salud han desacreditado los mitos sobre los peligros de la vacuna diseminados por las redes sociales, lo que ha animado a muchos a recibir su dosis.
Una experiencia similar tiene lugar en Oakland, en donde Umoja Health, un grupo de unas 30 asociaciones comunitarias, se asoció con la Universidad de California en San Francisco y el condado de Alameda para involucrar a la comunidad afroamericana en la concienciación sobre la COVID-19, las pruebas y las vacunas.
“Hicimos un testeo masivo en Bay Hunters y Sunnyvale y encontramos una tasa de infección muy baja: de 400 personas, ninguna dio positivo (a la prueba de COVID)”, contó la dra. Kim Rhoads, profesora asociada de epidemiología y bioestadística en la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Francisco, quien lidera el proyecto.
“La comunidad desarrolló una confianza muy rápida con nosotros. Nos llama cuando alguien da positivo en la prueba, y nos encargamos de llevarle equipo de protección personal (PPE) y comida, para así romper la cadena de transmisión”.
Como organización comunitaria, Umoja se convirtió en el proveedor oficial de vacunas en el condado de Alameda empleando un modelo de clínicas emergentes que llega a los barrios y calles donde vive la comunidad afroamericana gracias a un ejército de voluntarios.
“Uno de nuestros colaboradores describió que en una clínica emergente, los afroamericanos corrían para ser vacunados… la (supuesta) vacilación en la comunidad es un pretexto para explicar las inequidades (de acceso) que inevitablemente vamos a ver”.
Cepas contagiosas
Estados Unidos ya superó la meta de 100 millones de vacunas prometida por el presidente Joe Biden, quien anunció que a partir del 1 de mayo cualquier adulto mayor de 18 años en el país podrá vacunarse.
La acelerada campaña no solo está dejando por fuera a latinos y afroamericanos, sino a 22 millones de estadounidenses de la tercera edad que no tienen acceso a internet en casa para inscribirse a un turno, lo que representa el 42% de los adultos mayores de 65 años, población en mayor riesgo de complicaciones por COVID-19.
19 millones de ellos viven solos.
“La tasa de vacunación entre los ancianos confinados en casa es solo del 20%”, dijo el Dr. Nirav Shah, profesor adjunto de medicina y atención primaria y salud de la población en la Universidad de Stanford.
“Necesitamos alcanzar la inmunidad de rebaño para ayudar a aquellos que no se pueden vacunar bien sea por razones inmunológicas o porque son población vulnerable como los ancianos confinados en su casa”, agregó.
La inmunidad de rebaño se alcanza cuando el 70% de la población es resistente al virus y ha desarrollado una protección inmunológica contra sus potenciales variantes genéticas. En los últimos meses estas mutaciones han aparecido en lugares como el Reino Unido, Brasil, y California, y solo se necesita un pequeño cambio en la proteína nuclear, para que las nuevas cepas sean más contagiosas y mortíferas y se conviertan en la variante dominante, explicó Shah.
Los científicos estudian las variantes en tres categorías: interés (en su etapa temprana), preocupación (más contagiosas), y altas consecuencias (aquellas para las que aún no hay tratamientos médicos).
Entre las variantes de preocupación seguidas por los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) está la cepa B117 que según un estudio publicado en la revista Nature, se transmite de persona a persona un 50% más rápido comparada con el virus original, y puede incrementar el riesgo de muerte hasta en un 70%.
“Con estas variantes las terapias desarrolladas suelen ser menos efectivas, y también las vacunas… Las personas que han tenido COVID pueden infectarse con esta nueva cepa”, dijo Shah.
Aunque la respuesta de los anticuerpos de las vacunas de Pfizer, Moderna y Astrazeneca, es inferior frente a las nuevas variantes, por ahora se sabe que las dosis de los laboratorios aprobados por la Administración de medicamentos y alimentos (FDA) son eficaces.
“Es una carrera entre cuán rápido protegemos a la gente, es decir la vacunamos completamente, versus el nivel de enfermedad en la comunidad y cómo se desarrolla la transmisión”.
Dosis única de J&J
En este contexto, los expertos consideran inconveniente que una docena de estados entre los que se encuentran Texas y Minnesota, hayan decidido reabrir la economía y levantar medidas de salud públicas como el uso obligatorio de máscaras.
Pero el desarrollo y aprobación de nuevas vacunas como la de Johnson y Johnson y las pruebas clínicas en niños, prometen que pequeñas modificaciones en sus proteínas permitan igualar la evolución de los virus.
El hecho de que la vacuna de J&J requiera una sola dosis y se pueda transportar y guardar hasta por tres meses entre 2 y 8°C facilita que sea distribuida “no solo en las grandes ciudades, sino en sitios que no tienen capacidad de refrigeración como las áreas rurales, sitios de vacunación móviles y clínicas emergentes”, dijo el Dr. Dali Fan, profesor de ciencias de la salud de la Universidad de California en Davis.
La vacuna de J&J previene los casos moderados y severos de COVID en un 67%
y en los ensayos clínicos resultó ser efectiva contra la hospitalización en el 93% de los casos y contra la muerte en el 75%.
“Ninguna de las vacunas ha tenido efectos adversos serios en el corto plazo entre las 100 millones de personas vacunadas”, recordó el Dr. Fan. “No sabemos (los efectos) en el plazo de 5 o 10 años, es algo que no podemos adivinar, pero son bastante seguras ahora,” puntualizó.