LOS ÁNGELES, CA — Para Dulce María Chávez cuidar a las personas mayores no es solo un trabajo es ofrecerles atención, cuidados y apoyo, algo que dijo, hace con mucho gusto porque de esa manera también honra la memoria de Rosa Valseca Cervantes a quien cuido por mucho tiempo y que en su corazón considera como su mamá pero que en realidad era su abuelita.
Dijo que desde hace 6 años trabaja cuidando a personas mayores en el condado de Los Ángeles, “porque en las personas de la tercera edad veo el reflejo de mi mami (su abuelita) y eso me motiva a cuidarlos y a ayudarlos porque hay hijos que son muy ingratos que los dejan y no se quieren hacer cargo de ellos”.
Chávez, quien es originaria de la comunidad indígena zapoteca de La Natividad en la Sierra Juárez de Oaxaca, México afirmó que su madre biológica, Juana Chávez Valseca, la dejó al cuidado de su abuelita Rosa Valseca Cervantes desde los 2 años de edad, estableciéndose lazos muy estrechos entre las dos al punto que aún ahora que ya tiene 35 años la sigue considerando como su mamá e incluso la llama de esa manera, pese a que hace un poco más de 8 años que falleció.
“Sólo nos teníamos a las dos, ella me cuidaba a mí cuando estaba chica y después cuando fuí creciendo la cuidaba a ella hasta el día que murió, que fue cuando mi mamá que vive en Los Ángeles me dijo que me viniera a vivir con ella y su familia para que no estuviera sola en Oaxaca y yo acepté aunque al principio no fue fácil”, contó.
Dijo que trató en diferentes trabajos pero que ninguno le gustó hasta su amiga de la Iglesia, Miriam, le dijo que si quería cuidar a personas mayores.
Chávez explicó que actualmente está trabajando con dos personas, a una de ellas la cuida durante 6 días de la semana y a la otra 8 horas en su día de descanso y otros días sólo va a checarle su herida.
“Todos los días me tengo que levantar muy temprano para irme a trabajar, me motiva solamente el saber que voy a ayudarle a otra persona para que esté bien como es el caso de la señora Marisela, de 75 años y quien padece de Alzheimer”, comentó. “Entonces llego a las 8:00 a.m. a su casa, la levanto le digo como amaneció, la llevo al baño para que se asee y después voy rápido a prepararle su avena y su café y lo pongo en la mesa donde la siento para que desayune y luego la llevo a la sala a ver televisión, en lo que limpio el baño y organizo su recámara”.
“Cuando termino le pregunto qué va a querer de comer y una vez que avance en el quehacer voy y me siento con ella a hacerle compañía y a cuidarla”, agregó la joven de Oaxaca. “Hay ocasiones en que (los adultos que cuidamos) solo quieren estar acostados pero uno tiene que motivarlos a estar activos; también la siento al lado de la ventana para que vea para afuera y trato de entretenerla porque estoy 12 horas continuas con ella.
Después le doy su cena y ya cuando me voy la dejo aseada y dormida en su cama, así que su hija no tiene que hacer nada por ella cuando llega de su trabajo”.
Para cuidar a Maricela originaria de Sinaloa, agregó que tiene que tener mucho cuidado y para evitar que se lastime o pueda salirse de la casa en cualquier momento y se pierda, por lo que siempre tienen con llave las puertas de la casa.
“Si voy al baño o me distraigo un momento preparando su snack cuando veo ya se vacío encima la crema o cualquier otra cosa porque son como niños, te das la vuelta y ya hacen algo, por eso muchas cosas sobre todo cortantes o punzantes se tienen que mantener con candado y a la estufa le tuvimos que quitar las perillas porque hace travesuras allí”, reveló Chávez.
“No sé de dónde le salen tantas fuerzas a la señora, ya van 2 ocasiones en las que me ha querido agredir, la situación fue tal que le tuve que llamar a su hija y decirle que su mamá estaba enmedio de una crisis, todo fue muy repentino y fue hasta que ella llegó que la pudieron controlar”.
“Los pacientes a veces se ponen agresivos repentinamente por eso creo que es necesario que nos den más capacitación sobre ese aspecto para saber cómo actuar mejor porque uno no los puede agarrar fuerte porque si les dejas un moretón, uno puede tener problemas”, comentó.
Respecto a su otro trabajo también como cuidadora de una mujer enferma de 50 años dijo que únicamente le dieron 4 horas por 3 días cada semana, por lo que el día de su descanso va a trabajar con ella.
Chávez decidió aceptar los dos trabajos de cuidadora al mismo tiempo a pesar del sacrificio de esfuerzo y tiempo que le representan porque hay temporadas donde no tiene empleo y tiene que esperar a que el Estado o el MediCal apruebe los casos, además de que consideró que el salario que recibe es muy bajo comparado a todo lo que tiene que hacer y la responsabilidad que implica ser cuidadora.
Aseveró que aunque les dan unas clases por parte del gobierno, éstas no son suficientes por lo que le agradó saber que existe el programa CalGrows donde puede tomar capacitación gratis y calificar para un incentivo monetario.
El programa CalGrows ofrece hasta 6 mil dólares a trabajadores remunerados o no remunerados por cursos de formación para el cuidado de adultos mayores y personas con discapacidad, esta oportunidad estará disponible sólo hasta el 30 de Agosto. Para mayor información puede dirigirse al sitio de internet: https://calgrows.org/
Según el Departamento de Envejecimiento de California se prevé que el número de californianos mayores de 60 años alcancen los 10.8 millones para el año 2031, lo que representa una cuarta parte de la población.
La mamá de Rosalía Olaya tiene 82 años y ella es su única cuidadora porque no tienen ningún familiar en este país como inmigrante oaxaqueña.
Ella todo el tiempo alienta a su mamá María Nava hacer sus terapias de rodilla, a hacer el intento de caminar y salir a distraerse.
“A veces no quiere salir de la casa por sus rodillas y porque hace meses la operaron de cataratas. Le dio ansiedad y no quería salir. Yo la animo”, dijo Olaya quien afirma que ser cuidadora es un trabajo loable porque se tienen que tener empatía y entender lo que ellos están pasando.
“No quiero dejar que mi mamá decaiga, pues después de su cirugía de rodilla le da miedo, anda en silla de ruedas y otras veces la animo a caminar”, explicó.
El problema para Olaya como cuidadora de su madre dijo es enfrentar que no le haga caso para nada, que no quiera hacer sus terapias y que le responda: “ya no me digan nada, ya me quiero morir”. “Eso le cala a uno, pero cuando hablamos se tranquiliza”, indicó la amorosa hija a quien se le ve siempre en eventos de la comunidad oaxaqueña al lado de su madre.
Olaya mencionó que su mamá María Nava también fue cuidadora de su abuelita hasta cuando ella falleció a los 100 años con tres meses.
Y dijo que sería muy bueno tener programas de ayuda para los cuidadores que no tienen ninguna remuneración como ella para cubrir ciertas necesidades de los mismos adultos mayores que ellos cuidan y que son familiares.