Photo, Top: Charles Phillips, a director of the Federal Reserve Bank of New York (left); Rep. Ted Lieu, D-California. Bottom: Sumita Batra, CEO, Ziba Beauty Salons (left); venture capitalist Shelly Kapoor Collins, member of California Governor Gavin Newsom’s Entrepreneurship Task Force.
La primera ronda del PPP del gobierno se esfumó entre grandes bancos y empresarios. ¿Qué pueden hacer los negocios étnicos para acceder a los alivios federales?
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Por: Jenny Manrique
En solo cinco días, Sumita Batra, directora ejecutiva de Ziba Beauty, pasó de planear la apertura de su salón de belleza número 14 en el sur de California, a despedir a todo su equipo de más de 100 empleados para que pudieran aplicar a beneficios de desempleo.
“Para mi ha sido como perder a un miembro de la familia”, dijo Brata durante una conferencia organizada por Ethnic Media Services, en la que expertos discutieron el estado de las pequeñas empresas, en gran parte fundadas por minorías, y altamente impactadas por la pandemia del COVID-19.
“Nosotros ofrecemos un servicio íntimo y cercano. No puedo remover los vellos de tus cejas sin tocarte”, explicó Brata al referirse a la depilación de cejas con hilo, una técnica originada en India de la que Ziba Beauty es pionera en Estados Unidos. “No me siento cómoda arriesgando la salud de mi equipo o de mis clientes. He tomado una postura de no reabrir las tiendas, a riesgo de perder una marca de 33 años que mi madre y yo construimos con nuestras propias manos”, agregó Brata. Su madre mayor de 70 años, hoy padece artritis.
Ziba Beauty cerró todas sus tiendas el pasado 13 de marzo, dejando de servir a 45,000 clientes. Desde entonces Brata ha tenido que pagar salarios, vacaciones acumuladas y rentas atrasadas de su propio bolsillo. Despues de multiples llamadas y diligencias, Brata pudo acceder al Programa de Protección de Salarios (PPP en inglés), que ofrece préstamos de fondos de estímulo del gobierno federal.
Pero solo el 12 por ciento de las empresas afroamericanas y latinas y el 25 por ciento de las empresas asiáticoamericanas, han podido acceder al PPP, aprobado en abril por el Congreso con un paquete de estímulo de $ 350 mil millones. Si bien el objetivo del programa era ayudar a las pequeñas empresas con menos de 500 empleados a sobrevivir durante la pandemia, en solo dos semanas los fondos se agotaron después de que cadenas de hoteles restaurantes e incluso grandes empresas con capital de riesgo, fueran las beneficiarias del dinero.
“No fue una pelea justa”, dijo el filántropo Charles Phillips, director de clase A del Banco de la Reserva Federal de Nueva York (FED). “Todo el dinero se fue a los grandes bancos”.
Phillips explicó que las pequeñas empresas no tienen relaciones con gigantes bancarios como JP Morgan o Bank of America, que tienen la maquinaria aceitada para llenar aplicaciones de manera automática, recibir el dinero del gobierno y satisfacer a sus grandes clientes.
Para los microempresarios, los préstamos del PPP deben ser otorgados a través de las Instituciones Financieras de Desarrollo Comunitario (CDFI en inglés) que tienen un capital más limitado y que sirven a comunidades que enfrentan la barrera del idioma inglés. Aunque existen un poco más de 1000 CDFI’s en todo el país, solo 90 participaron en la primera ronda de préstamos.
“El proceso de aplicación es muy complicado y ahora la FED está dando mayor guianza y las CDFI están aprendiendo las normas”, dijo Philips.
A fines de abril, $484 mil millones adicionales fueron aprobados por el Congreso para la segunda ronda de financiación del PPP. De ellos, $60 mil millones fueron destinados para ser distribuidos por bancos más pequeños con menos de $50 mil millones en activos. Eso ha permitido que esta vez 324 CDFI’s estén participando y que los montos de los préstamos hayan disminuido de un promedio de $260,000 a $115,000, lo que indica el acceso de pequeños empresarios al dinero.
Otras de las barreras, explicó Phillips, es que por ejemplo más del 90% de los negocios de afroamericanos no produce documentación como las formas W2 o 1099 o simplemente no se puede dar el lujo de pedir préstamos que no va a poder pagar luego. Entre la comunidad latina incluso, ya hubo gente estafada por agentes inescrupulosos que les pidieron dinero a cambio de llenar aplicaciones. Además, el programa PPP estipula que el 75% del préstamo debe usarse para cubrir la nómina y hay empresas cuyos gastos operacionales superan en creces los salarios.
“Ahora no se necesita garantía o registros de impuestos colateral. Ha sido más fácil en la segunda ronda”, dijo Philips. “Pero todavía tenemos razones para preocuparnos, necesitamos más estímulos financieros y hay más gente reconociéndolo tanto en la Cámara como en el Senado”.
En las últimas semanas el Congreso aprobó cuatro leyes bipartidistas, dos de las cuales destinan fondos adicionales al PPP por un total de $300 mil millones, según explicó el representante Ted Lieu, del 33º Distrito del Congreso de California.
“Nosotros (los demócratas) peleamos duro para que la segunda ronda de fondos fuera accesible para las empresas con menos de 20 empleados”, dijo Lieu cuyos padres inmigrantes crearon empresa sin tener idea de que era un préstamo, una cámara de comercio o cómo funcionaba el gobierno.
“El reto es que las CDFI’s y los negocios entiendan que este programa existe”. Por eso Lieu aseguró que cada miembro del Congreso tiene personal dedicado a ayudar a los dueños de negocios a solicitar los préstamos.
Un problema de género
Además de los problemas que las minorías enfrentan para acceder a estos créditos, históricamente los negocios fundados por mujeres sólo obtienen un 2% de los fondos de capital de riesgo. La cifra la compartió Shelly Collins Kapoor, socia fundadora de Shatter Fund, un fondo que invierte en la etapa inicial de compañías fundadas por mujeres emprendedoras, al alertar lo que puede pasar en una era post COVID.
“En una encuesta que hicimos entre nuestras clientes, encontramos que un tercio tuvo que darle licencia no remunerada a sus empleados y más de la mitad no tuvo acceso a capital y tuvo que cerrar su empresa,” dijo Kapoor quien también es miembro del grupo de trabajo de emprendedores del gobernador de California Gavin Newsom.
Alrededor de 12,3 millones de empresas en todo el país son propiedad de mujeres. Emplean a nueve millones de personas y generan $ 1.7 trillones en ingresos. “Si las mujeres continúan ampliando sus negocios, tenemos la oportunidad de aumentar nuestro PIB en $ 500 mil millones”, dijo Collins.
La empresaria advirtió que la pandemia no puede permitir que pase lo que en la Segunda Guerra Mundial : “las mujeres se suben las mangas durante la crisis y cuando esta pasa, su labor es olvidada”, dijo refiriéndose a la cantidad de mujeres que son trabajadoras esenciales.
En el último mes Batra, de Ziba Beauty, ha tenido que reinventar su negocio y ahora ofrece en línea “kits esenciales para COVID” que incluyen tapabocas KN95, desinfectante de manos, toallitas con alcohol, papel higiénico y guantes que hacían parte del inventario de sus salones.
“No tenía ni idea cómo hacer comercio en línea, cómo hacer gestión de inventario, o ni siquiera sabía que era CRM (gestión de relaciones con clientes)”, contó Brata. Hoy sus ventas no representan ni el 10% de sus ingresos anteriores, pero está segura que si los servicios estéticos de su tipo vuelven muy pronto, eso solo contribuirá a la expansión del COVID-19.
“He descubierto cómo utilizando tecnología que existe para la esterilización médica, puedo mantener mis salones estériles, pero lo que no sé es cómo mantener a los clientes estériles para que no traigan virus al salón”, dijo Brata. “Cuando lo descubra tal vez me haga millonaria, porque esa es la pregunta que todos nos estamos haciendo”, concluyó.