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Conectando a los trabajadores agrícolas con atención médica en el norte rural de California

Las promotoras han surgido como una pieza esencial en el ambicioso plan de California para brindar atención médica a todos los residentes.

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Above: María Soto es promotora del proveedor de atención médica sin fines de lucro Ampla Health, que desempeña un papel central en la ampliación del acceso a Medi-Cal en seis condados del norte rural de California.

Estamos a finales de febrero y la carretera que lleva a Hamilton City, una comunidad agrícola situada a unos 16 kilómetros al oeste de Chico, está flanqueada por almendros en flor, cuyas flores rosas cubren los campos a kilómetros de distancia. En el centro de la ciudad hay una única clínica.

Dentro nos encontramos con María Soto, cuyo trabajo como promotora es una pieza esencial en el ambicioso plan de California para ofrecer asistencia para tener acceso a servicios de salud a todos los residentes, independientemente de su estatus migratorio.

“Me identifico mucho con la comunidad”, nos comenta Soto, de 57 años. “He trabajado en el campo, cosechando y clasificando frutos secos aquí. Así que me encanta. Me da una gran satisfacción cuando alguien me dice: ‘Gracias por ayudarme’. Esto para mí tiene un valor incalculable”.

Como promotora, María Soto (izq.) conecta a las comunidades de trabajadores agrícolas migrantes en el norte rural de California con nuevas oportunidades disponibles para obtener atención médica a través del programa Medi-Cal recientemente ampliado de California. Aquí habla con Simon Vázquez, quien dirige un equipo de trabajadores agrícolas en el condado de Glenn. (Crédito: Manuel Ortiz)

Soto es una de las tres promotoras de la organización sin ánimo de lucro Ampla Health, que gestiona más de una docena de clínicas en seis condados -Glenn, Butte, Colusa, Sutter, Tehama y Yuba- en la zona primordialmente rural del norte de California. Como centro de salud autorizado a nivel federal, Ampla se encarga de ampliar el acceso a Medi-Cal (la versión de Medicaid de California) en toda su jurisdicción.

Esa labor adquirió mayor importancia a partir del 1 de enero, cuando los inmigrantes indocumentados de entre 26 y 49 años pudieron acogerse al programa.

Las ampliaciones anteriores iban dirigidas tanto a los adultos mayores como a los niños. Esta última fase convierte a California en uno de los primeros estados del país en ofrecer acceso a servicios de salud subvencionados por el gobierno federal a todos los residentes que cumplan con los requisitos.

Con 16 millones de afiliados, es decir, uno de cada tres californianos, Medi-Cal es el mayor proveedor de Medicaid del país. Con la actual ampliación, el estado espera añadir entre 500,000 y 700,000 derecho-habientes más a su lista, con un costo de unos 2,600 millones de dólares al año. El presupuesto operativo anual total de Medi-Cal supera los 37 mil millones de dólares.

La elegibilidad se basa en los ingresos, con el límite superior para un individuo establecido en $21,680 por año, con aproximadamente otros $7,100 por cada miembro adicional del hogar. Medi-Cal cubre servicios médicos, dentales y de la vista. A través de CalAIM, el estado también ha ampliado la gama de servicios ofrecidos.

El desafío ahora es asegurarse de que las comunidades que se beneficiarán estén informadas sobre las oportunidades disponibles, lo cual en el extremo norte de California es más fácil decirlo que hacerlo.

Acceder a la atención sanitaria “sin miedo”

Estamos en un campo abierto de almendros, en una granja a unos 30 minutos de Hamilton. A nuestro alrededor hay un grupo de una docena de trabajadores agrícolas, todos originarios de la misma comunidad en el estado de Puebla, México.

“Una vez vino e interrumpió nuestro trabajo”, bromea Elfego Palestino Vidal señalando a Soto. “Nunca me había inscrito”, dice, y añade que en los últimos años ha visto a más de sus compañeros caer enfermos debido al clima cada vez más extremo. “A veces hace mucho frío, llueve mucho y luego hace mucho calor”. Tener acceso a Medi-Cal “ayudará mucho”, dice.

Elfego Palestino Vidal (primer plano) dice que últimamente ha visto a más compañeros de trabajo enfermarse debido al clima extremo. (Crédito: Manuel Ortiz)

Famoso por sus extensos bosques, sus imponentes cumbres y su escarpada costa, el

Estado del Norte (North State), como se le conoce -que se extiende desde la frontera

con el estado de Oregon en el norte hasta un poco más arriba de Sacramento en el

sur-, también se ve acosado por algunas de las disparidades sanitarias más flagrantes

del estado, desde mayores tasas de pobreza y muerte prematura por drogadicción y

retos de salud mental y de comportamiento.

Gran parte de la región también está designada como Área de Escasez de

Proveedores Sanitarios (HPSA), lo que significa que existen menos recursos sanitarios

per cápita. Para las comunidades marginadas, incluidos muchos de los trabajadores agrícolas entrevistados para este artículo, eso crea barreras adicionales para acceder a la atención médica.

Otro trabajador agrícola, Leonardo Hernández Mesa, marido y padre de dos hijos, describe cómo aplazó la visita al médico en el pasado cuando cayó enfermo y señalando su garganta y el oído al recordar un reciente episodio de infecciones. “Las visitas a urgencias son demasiado caras”, dice, agregando que su hermano -también trabajador agrícola- tiene Diabetes de tipo 1.

“Esta es una gran oportunidad para conseguir un seguro médico sin miedo”, afirma Leonardo, y añade que permitirá a la gente detectar los problemas de salud antes y no después. Dice que a menudo ha oído a otros hablar de posponer las visitas al hospital. 

Un estudio de la Universidad de California, UC Merced, del año pasado reveló que casi la mitad de los trabajadores agrícolas de California carecían de seguro médico en algún momento de los 12 meses anteriores. El estudio también reveló que sólo el 43% de los trabajadores agrícolas había visitado la consulta de un médico, mientras que sólo el 35% había ido al dentista. Otros estudios han detectado una gran disparidad en el acceso a los servicios de salud mental y otros servicios conductuales (relacionados a la conducta) para los trabajadores agrícolas en particular.

Simón Vázquez, que ha trabajado en la misma granja en Hamilton durante más de dos décadas y es el jefe de cuadrilla aquí, no ha visto a un médico desde 2018. Simón “bombardea” a Soto con preguntas sobre dónde y cómo contactarla, si necesita volver a renovar cada año (lo cual es requerido) y lo que necesita traer para una visita médica o dental (únicamente se requiere su identificación de Medi-Cal).

“Estamos aquí para ayudarles con cualquier pregunta que tengan. Ya tienen la información para contactarme, mi número de teléfono”, menciona pacientemente.

Llegar a lo ‘difícilmente alcanzado’

“Una gran parte de mi día consiste en conducir en busca de trabajadores agrícolas”, explica Soto, quien llegó a Estados Unidos como inmigrante indocumentada en 1991 y pasó un tiempo trabajando en los campos de almendros que rodean Hamilton City. En 2007, comenzó a trabajar con Ampla Health, entonces conocida como Clínicas Del Norte, después de un encuentro casual con la coordinadora de promotoras de la organización en un restaurante mexicano local. “Ella me preguntó qué sabía acerca de ser promotora. Le dije que no sabía nada”.

Soto finalmente presentó su solicitud, recibió capacitación y desde entonces ha estado comprometida con el trabajo de promotora. “Me he enamorado más del trabajo a medida que han pasado los años”, dice.

El modelo de las promotoras se desarrolló por primera vez en Ciudad Juárez, una ciudad en el norte de México, a principios de los años setenta, como una forma de que el gobierno municipal proporcionara asistencia sanitaria e información relacionada a las comunidades marginadas. El modelo pronto se extendió por América Latina y más tarde llegó a Estados Unidos.

Soto dice que gran parte de su día consiste en conducir, a veces, largas distancias en busca de trabajadores agrícolas. Soto es una de las cuatro promotoras empleadas por Ampla Health que cubren seis condados. (Crédito: Peter Schurmann)

No está claro cuántas promotoras trabajan actualmente en California. Algunas, como Soto, están empleadas directamente por proveedores de servicios de salud u organizaciones comunitarias. Otras trabajan de manera más informal. El grupo Visión y Compromiso, que puso en marcha la primera red de promotoras del estado en 2001, cuenta con unos 4,000 miembros en 13 regiones de California, casi todos ellos en el sur y el centro del estado, donde la población es mayor, al igual que la demanda de servicios, en general.

Según datos del Centro para la Reducción de las Disparidades Sanitarias de UC Davis, se calcula que hay unos 10,000 trabajadores agrícolas en los seis condados atendidos por Ampla. Si se incluyen sus familiares, ese número aumenta a casi 30,000 personas. Aunque no está claro cuántas de estas personas son indocumentadas, los datos muestran que casi tres cuartas partes de los más de medio millón de trabajadores agrícolas en California carecen de documentación.

El Dr. Sergio Aguilar-Gaxiola, que dirige el Centro para la Reducción de las Disparidades en Salud, dice que estas comunidades son “difícilmente alcanzadas” y dice que las agencias locales y estatales deben ser proactivas en términos de hacer correr la voz. “No estoy seguro de si aprovecharán esta expansión de Medi-Cal”, dijo durante una reciente sesión informativa de Ethnic Media Services. “Depende de cómo te comunicas”.

Una ‘tremenda necesidad’

Aguilar-Gaxiola, que ha pasado décadas investigando las desigualdades en salud que afectan a la población de trabajadores agrícolas de California, señala una variedad de barreras –desde el idioma y la cultura hasta el miedo a la deportación– que impiden que muchos se presenten para acceder a los recursos disponibles.

“Es una necesidad tremenda”, afirma Aguilar-Gaxiola. “Satisfacerla requiere algo más que buena voluntad y querer hacer lo correcto. Para llegar a estas poblaciones, el generar confianza es primordial”.

Durante la administración Trump, una ley conocida como la Regla de Carga Pública (Public Charge Rule), que amenazaba con la deportación a los migrantes que accedían a beneficios públicos, arrojó una sombra sobre la comunidad. Aunque elementos esenciales como la cuidado de la salud y la alimentación no se consideran parte de una determinación de carga pública, muchos inmigrantes siguen teniendo miedo de inscribirse en programas públicos como Medi-Cal.

“Esta es una gran oportunidad para obtener seguro médico sin miedo”, dice Leonardo Hernández Mesa sobre la reciente expansión de Medi-Cal. Hernández, esposo y padre de dos hijos, dice que en el pasado pospuso las visitas al hospital debido a los altos costos. (Crédito: Peter Schurmann)

“La gente dudará en inscribirse en Medi-Cal por temor a la carga pública”, coincide Cynthia Peshek, directora del programa de extensión de Ampla Health. “Necesitamos asegurarnos de que esta no sea la situación. Necesitan seguir adelante y aprovechar estos recursos. Todavía habrá quienes no quieran correr riesgos, por lo que la carga pública puede seguir siendo una barrera para algunos”.

Ampla Health organiza ferias de salud locales y otros eventos comunitarios, además de trabajar con promotoras como parte de un conjunto de estrategias destinadas a conectar a las personas con la atención médica. Pero a Peshek le preocupa que los proveedores de otros condados donde los recursos son más limitados no tengan los recursos necesarios para cumplir con esta expansión actual. “Va a ser una gran empresa”, dice.

Peshek señala que Ampla Health agregó recientemente dos nuevas clínicas a su red existente para satisfacer la creciente demanda. “Hay muchísimas oportunidades en este momento”, señala. “Necesitamos hacer correr la voz en todas las áreas en las que servimos”.

De vuelta en la granja, otro miembro del grupo, Daniel, dice que actualmente no está cubierto. Es joven, tiene veintitantos años. Dice que visitó Ampla Health en el pasado y que ahora quiere inscribirse para evitar los altos costos de los servicios médicos y los medicamentos que pueda necesitar. “Es de gran ayuda”.

Cuando nos vamos, señala a Soto con la cabeza. “Gracias por estar aquí. Gracias por no olvidarse de nosotros”.

Este artículo fue financiado por el 2024 California Health Equity Impact Fund de USC Annenberg Center for Health Journalism. Con información adicional de Manuel Ortiz.

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