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Expertos abogan por la producción global de vacunas

From left to right: Dr. Marc Lipsitch, Professor of Epidemiology and Directo, Center for Communicable Disease Dynamics, Harvard School of Public Health; Peter Maybarduk, Director, Public Citizen’s Access to Medicines Group; Dr. Ben Newman, Chief Virologist at the Global Health Research Complex, Texas A&M University; Dr. Rosane Guerra, Department of Pathology, Biological and Health Sciences Center, Federal University of Maranhao, Brazil.

Mientras en Estados Unidos los niños de 12 años ya pueden ser vacunados, nuevas olas y variantes del coronavirus afectan brutalmente a naciones subdesarrolladas donde las vacunas escasean. Iniciativa COVAX busca la equidad en la distribución de dosis.

Por: Jenny Manrique

Aunque en Estados Unidos hay una caída en las nuevas tasas diarias de infección y muertes por COVID-19, gran parte del mundo experimenta alarmantes focos de contagios. India y Brasil son un ejemplo de ello. Expertos que abogan por la vacunación universal sostienen que el país no puede permanecer en una burbuja y la única manera de detener la tendencia global, es invertir en la capacidad de fabricación de vacunas.

En un panel organizado por Ethnic Media Services, Peter Maybarduk, director del grupo de acceso de los ciudadanos públicos a los medicamentos, sostuvo que urge un esfuerzo de los líderes políticos, especialmente los de naciones desarrolladas, para compartir tecnología que permita aumentar el número de inoculaciones.

“Es posible que muchas personas del mundo no estén vacunadas hasta 2023, si es que llegan a vacunarse, porque no hay un plan de los líderes nacionales para que eso pase”, dijo Maybarduk. A la fecha solo 340 millones de personas han sido completamente vacunadas en todo el planeta, lo que representa menos del 5% de la población mundial.

Para revertir esta tendencia se creó COVAX, una iniciativa de la Organización Mundial de la Salud, cuyo objetivo es distribuir de manera equitativa 2 mil millones de dosis para vacunar al 20% del mundo.

La idea es hacerlo a través de dos focos: uno para países ricos que acceden a través de COVAX a una amplia cartera de vacunas aprobadas por la OMS (Pfizer, AstraZeneca, Johnson & Johnson, Moderna, y Sinopharm), y otro que atiende a 92 países de ingresos bajos y medianos que no pueden acceder a gran parte del suministro mundial consumido por aquellas naciones con mayor poder adquisitivo.

Pero hasta ahora, dijo Maybarduk, COVAX solo ha podido enviar 64 millones de dosis y tiene un déficit de alrededor de $20 mil millones para lograr su objetivo.

“Estados Unidos ha priorizado su propio acceso a las materias primas, lo que dificulta que los productores en el extranjero fabriquen vacunas en línea de manera rápida, o demuestren su seguridad y eficacia ante la OMS”, agregó el experto.

Una manera de liberar el monopolio en la producción es a través de la exención temporal de una regla de la Organización Mundial del Comercio conocida como TRIPS (Aspectos de la propiedad intelectual relacionados con el comercio), que permitirá a cualquier nación importar tecnologías para fabricar las vacunas sin preocuparse por las patentes.

Pero aunque se levanten las restricciones de las patentes, también se necesitaría el acceso a recetas de vacunas a información confidencial para procesar químicos, e incluso ingenieros que puedan trabajar en las instalaciones. “Muchos gobiernos ricos se han mostrado muy reacios a actuar en una respuesta global”, añadió Maybarduk.

Esto ha dejado a países tercermundistas como Brasil enfrentando no solo la insuficiencia de vacunas, sino incluso de medicamentos para prevenir y controlar los peores síntomas de la COVID-19. Desde que comenzó la vacunación en enero con dosis de Astrazeneca (Pfizer apenas llegó la semana pasada), el país latinoamericano solo ha inmunizado al 17% de la población y la aparición de variantes y su rápida transmisión lo ha puesto a la par con India, en la lista de naciones con el más alto número de contagios.

“La situación en Manaos es la más preocupante, pues allí cerca del 70% de la gente se ha infectado de COVID, en especial desde diciembre con la aparición de la variante P1”, contó la Dra. Rosane Guerra, investigadora en el departamento de patología, biología y salud del centro de ciencias de la Universidad Federal de Maranhao (UFMA).

“Sabemos que más del 50% de los casos son causados por esta variante y que es más violenta a nivel vascular”, agregó Guerra. “Cuando tenemos muchas personas infectadas todos los días, la posibilidad de tener nuevas variantes aumenta cada día.”

Manaos sufre una gran escasez de suministros, oxígeno, camas en unidades de cuidado intensivo, y equipos de protección personal, y la situación se agrava porque no hay una acción decidida del Ministro de Salud, “quien no tiene un conocimiento informado de la situación y no quiere tomar medidas adecuadas para resolverla”.

El presidente Jair Bolsonaro, a pesar de haberse contagiado, no cree que el virus sea letal o que la pandemia sea una situación para preocuparse, por lo que “todos los días le dice a la gente que salga sin máscaras y les sugiere usar drogas que han probado ser un fracaso en el control del virus“, añadió Guerra.

Sin máscaras

Mientras tanto en Estados Unidos los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) indicaron que quienes están completamente vacunados pueden dejar de usar mascarillas en la mayoría de los entornos, algo que expertos observaron con prudencia.

La decisión de la CDC “tendrá muchos desafíos en la implementación, dado que en los Estados Unidos, si una persona está vacunada o no es es un asunto privado”, aseveró el dr. Marc Lipsitch, profesor de epidemiología y director del centro de dinámica de enfermedades transmisibles de Harvard.

“Las barreras sociales a la transmisión serán menores, pero con suerte la barrera de las vacunas continuará creciendo”, agregó.

No obstante, Lipsitch considera que dados los niveles de renuencia a vacunarse y los continuos desafíos al acceso, es “muy poco probable que como nación lleguemos a las coberturas requeridas del 85% o el 90% para lograr la inmunidad de rebaño”, en la que la transmisión se vuelve casi imposible y el virus esencialmente desaparece.

“La esperanza es que si podemos mantener una cobertura de vacunas lo suficientemente alta para personas realmente vulnerables, la magnitud del daño será mucho menor”, añadió Lipsitch para quien vacunar a niños de 12 a 15 años -población autorizada para recibir la vacuna Pfizer-, es “hacer uso de vacunas escasas que son mucho más necesarias en otros lugares de alto riesgo como el sur de Asia”.

Para el Dr. Ben Newman, virólogo jefe del complejo de investigación de salud global de la Universidad A&M de Texas, una solución global que a la vez es un reto, es la de vacunar a toda la población dentro una ventana en particular que puede ser de seis meses o un año.

“Cuando las personas hacen el cálculo sobre si deben o no vacunarse, están pensando en las versiones originales del virus, pero hay un 100% de posibilidades de que se encuentren con algo que crece más rápido y que tiene el potencial de extenderse más lejos y tal vez golpear más fuerte”, aseguró.

Newman hace secuencias de virus en su laboratorio y encontró que en las últimas semanas algunas de de las variantes más contagiosas de las 44 que han aparecido en otras partes del mundo, están en Texas. “A medida que la gente empiece a leer más de estos genomas, veremos que el virus está cambiando de forma inesperada…Tenemos que vacunarnos de forma colectiva, y no en pequeños grupos o con medidas imparciales, como lo hemos hecho hasta ahora”, concluyó.

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