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Vacunar a los niños puede ayudar a ganar la batalla contra la COVID, argumentan expertos

Casi un millón de niños de 5 a 11 años han sido vacunados en Estados Unidos desde que fue aprobada la vacuna Pfizer-BioNTech para este grupo etario el pasado 20 de septiembre. Los esfuerzos por inmunizar a 28 millones de infantes en estas edades, podrían significar un punto de inflexión en la batalla para contener la pandemia de COVID-19, pero muchos padres aún se encuentran reacios a vacunar a sus hijos.

“Recibimos llamadas telefónicas, correos electrónicos y mensajes de texto de familias que esperaban ansiosamente la vacuna para sus hijos”, dijo Jennifer Miller, pediatra de East Bay Pediatrics durante un panel convocado por Ethnic Media Services el 12 de noviembre. “Pero también tenemos otro grupo de pacientes que ha sido más cauteloso y vacilante”.

El primer grupo, dijo Miller, espera poder retomar algo parecido a la normalidad sin tener que preocuparse por aislar o tener en cuarentena a sus niños: poder enviarlos de nuevo a la escuela e ir de vacaciones juntos en familia.

Los segundos, que pertenecen en su mayoría a comunidades étnicas, tienen miedo de vacunar a sus hijos por desconocer las consecuencias a largo plazo, o porque han oído que causa efectos secundarios como la infertilidad (desmentido por los científicos) o la miocarditis (inflamación en el corazón que se ha presentado de manera excepcional en hombres después de la segunda dosis y que es muy fácil de tratar.)

Aunque muchos han aceptado vacunarse, en cuanto a sus hijos prefieren ver y esperar pues sienten que sobre ellos recae el peso de una decisión que los infantes son muy jóvenes para tomar.

La Dra. Miller citó los impactos en la salud mental que está viendo entre sus pacientes jóvenes como otra razón para asegurarse de que reciban las vacunas.

“No solo estamos lidiando con una pandemia debido a COVID, sino que estamos lidiando con una pandemia de salud mental”, dijo ella

Los niños y adolescentes han sido alejados de su rutina escolar, sus compañeros, sus deportes y sus clubes. Están deprimidos y ansiosos porque han perdido familiares a causa de COVID, están tristes.

“Estos niños necesitan regresar a la escuela a tiempo completo”, añadió la pediatra. “Tenemos niños de kindergarten que no aprendieron a leer y niños con necesidades especiales que no recibieron sus terapias ocupacionales”. Estas disparidades educativas ocurren mucho más comúnmente en familias de ingresos bajos. “Si esas familias no salen y se vacunan, estos niños seguirán rezagados y no podrán competir con sus compañeros”.

Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC en inglés), desde que comenzó la pandemia se han registrado más de 6 millones de casos de COVID positivos en niños en los Estados Unidos, que han provocado 64.000 hospitalizaciones y 650 muertes. Por eso la directora de los CDC, Rochelle Wollensky, avaló la recomendación del grupo asesor sobre prácticas de inmunización para darle paso a la vacunación masiva infantil.

“No hay duda de que los niños corren menos riesgo de contraer enfermedades graves por COVID”, dijo Monica Gandhi, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Francisco. “Pero aunque el riesgo es menor, durante el aumento de la variante Delta, COVID fue la sexta causa principal de muerte en los niños”.

Gandhi citó tres razones por las que los niños deben ser vacunados: para protegerse del virus, para reducir la transmisión especialmente a padres mayores y abuelos; y porque la dosis aprobada es segura.

Esto cobra relevancia entre las comunidades étnicas por la mayor incidencia de diabetes, presión arterial alta y colesterol alto, que las hace más vulnerables al COVID.

“Durante el ensayo clínico con 2268 niños hubo una reducción de las infecciones sintomáticas por COVID del 90,7%.”, dijo Gandhi. En razón a los raros casos de miocarditis, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA en inglés) autorizó a Pfizer suministrar una dosis de 10 mg para niños de 5 a 11, en contraste con los 30 mg que reciben los adultos. En el caso de Moderna la dosis es de 100 mg.

Gandhi sugiere que habrá una mayor eficacia en niños si las dosis se administran con un intervalo entre ellas mayor a tres semanas, basada en datos del Instituto Nacional de Salud Pública en Quebec: Canadá optó por administrar las dosis con ocho semanas de diferencia y tuvo una efectividad del 92% frente al 82% de protección que dan las dosis más seguidas.

“Todavía estamos en una tasa de vacunación de alrededor del 68% en todo el país entre los mayores de 12 años”, dijo Gandhi “28 millones de niños vacunados harán que el virus encuentren cada vez menos huéspedes susceptibles”.

Desinformación y miedos

Maria Meraz, fundadora y directora de Parent Engagement Academy, trabaja anualmente con alrededor de 3000 padres en los condados de Los Ángeles y Ventura, 90% de ellos inmigrantes y latinos de primera generación. Dijo que allí la desinformación que circula sobre la vacuna en redes como WhatsApp, Facebook, y Youtube es “terrible”.

“Las familias son de bajos ingresos y muchas de ellas no tienen acceso a la televisión por cable… obtienen su información de fuentes que no son las mejores como amigos y familiares”. Meraz trabaja con varios distritos escolares que brindan servicios de ayuda socioemocional para orientar a los padres en un dilema que les causa mucha ansiedad: si bien muchos no están de acuerdo con la vacunación, saben que no tienen otra opción.

“Tienen que enviar a sus hijos a la escuela porque tienen que ir a trabajar”, aseguró.

Madison Sandoval, una enfermera escolar del Área de la Bahía, citó un nuevo temor de que los niños que no han sido vacunados puedan terminar convirtiéndose en blanco de acoso cibernético.

Ahora no obstante hay un nuevo miedo pues los padres han visto mucho acoso cibernético e intimidación contra familias que no creen en las vacunas.

“Definitivamente puedo ver el potencial de que ocurra el acoso, y por eso creo que es realmente importante que las escuelas adelanten ese tipo de diálogo y se enfoquen realmente en el beneficio de las vacunas, sin culpar o avergonzar a ningún niño porque, en última instancia, no es su decisión” sostuvo Sandoval.

Sandoval recordó que el enmascaramiento y la ventilación son medidas realmente efectivas para prevenir la propagación del COVID al interior de las escuelas y que mientras las vacunas no sean obligatorias para asistir a las aulas, hay que seguir con ellas.

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