Friday, October 4, 2024
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    ¿Cambiará EEUU su narrativa sobre una América Latina cambiante?

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    Durante décadas, América Latina ha estado en la periferia del pensamiento de la política exterior de Estados Unidos. Pero las grandes transformaciones, como los nuevos patrones migratorios, el cambio climático y los amplios movimientos sociales, ya están teniendo consecuencias en todo el continente. 

    Este contexto constituyó el telón de fondo de la Cumbre de las Américas celebrada la semana pasada en Los Ángeles, que destacó principalmente por la ausencia de países clave como México, Cuba y Venezuela, así como de las naciones centroamericanas Honduras, Guatemala y El Salvador.

    El resultado de la Cumbre fue la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección, un pacto firmado por 20 países que pretende ampliar las vías legales para los migrantes y refugiados y proporcionar nuevos fondos para ayudar a los países que los acogen.

    Según Ariel Ruiz Soto, analista de políticas del Instituto de Política Migratoria, la declaración se basa en tres pilares principales: ayudar a las comunidades que reciben y trabajan con los migrantes; proporcionar vías legales y protección a los migrantes directamente (mediante la concesión de asilo o del Estatuto de Protección Temporal); y hacer más humana la gestión de las fronteras.

    Ruiz Soto formó parte de un panel de oradores durante una sesión informativa organizada por Ethnic Media Services el 10 de junio, en la que se analizó lo que está en juego para EE.UU. en una América Latina cambiante.

    “Los últimos años han demostrado que los controles de los migrantes se han vuelto más violentos en toda la región”, señaló Ruiz Soto, añadiendo que se están produciendo medidas similares en las fronteras de toda América Latina, incluso cuando la composición demográfica del flujo de migrantes parece estar cambiando.

    Entre octubre de 2021 y abril de 2022, hubo 1,3 millones de encuentros con migrantes por parte de las autoridades de inmigración estadounidenses, explicó Ruiz Soto. Alrededor del 61% de esos encuentros involucraron a migrantes de México, Guatemala, Honduras y El Salvador, lo que significa que el 39% restante involucró a individuos principalmente de Sudamérica y Asia.

    “Ahora estamos viendo tasas similares de deportación desde México”, dijo Ruiz Soto, señalando, sin embargo, que el trato de México a los migrantes puede variar dependiendo de su país de origen. “Los haitianos, cubanos y venezolanos son de los que menos posibilidades tienen de obtener asilo en México”.

    Eso significa que los migrantes de estos países son cada vez más propensos a viajar en caravanas por la seguridad adicional que supone estar en grupos más grandes, dijo Ruiz Soto.

    Ni Cuba ni Venezuela fueron invitados a participar en la Cumbre, y los organizadores estadounidenses citaron como razón las condiciones autoritarias de estos países. Eso hizo que los líderes de México y de un puñado de otros países se retiraran del evento.

    “Ver a López Obrador dando la cara en esto es bueno”, dijo Ted Lewis, codirector de la organización sin ánimo de lucro Global Exchange, señalando que la ausencia de México es una reafirmación de la “tradicional independencia de la política exterior” de ese país con respecto a Estados Unidos.

    Al mismo tiempo, Lewis afirma que la política actual de México en materia de migración parece ser una capitulación ante la presión de Estados Unidos, que sigue viendo a México y al resto de América Latina a través de la estrecha lente del “comunismo y la guerra contra las drogas”.

    Se trata de una perspectiva compartida por la división política, por lo demás muy partidista, de Estados Unidos, según Lewis. El enfoque de Washington hacia América Latina ha sido muy bipartidista, dijo, “en el mal sentido”.

    Y, según Lewis, la incapacidad de Estados Unidos para reconocer los cambios que se están produciendo en la región impide que la administración Biden pueda alcanzar sus objetivos. “No podrán llevar a cabo los cambios necesarios porque están atrapados políticamente”.

    Según Manuel Ortiz Escámez, editor del sitio de noticias en español Península 360, algunos de los cambios más significativos de América Latina están siendo impulsados por movimientos sociales de base en países de toda la región, como Colombia, que podría estar a punto de elegir en junio al primer presidente de izquierdas de su historia.

    “He visto una transformación en el país, desde la esperanza hasta la paz y el retorno de la violencia”, dijo Ortiz Escámez, que ha cubierto Colombia durante más de una década. “Pero también he visto la creación de nuevos movimientos sociales, nuevas plataformas y nuevas alianzas en las que se han unido diferentes sectores que normalmente luchan por separado”.

    Esas alianzas, dice Ortiz Escámez, “seguirán impulsando el cambio social independientemente de quién esté en el gobierno.”

    Aun así, donde muchos sólo ven retos, Christine Folch, de la Universidad de Duke, ve oportunidades. Folch estudia la política del agua y la energía y dice que América Latina ofrece una visión de lo que es “un mundo post-combustibles fósiles en términos de nuestra economía y política”.

    “Esto plantea una oportunidad de compromiso por parte de Estados Unidos”, dijo Folch, señalando el rápido crecimiento de los parques eólicos, así como la presa de Itaipú en la frontera de Paraguay y Brasil. Itaipú es una de las mayores presas del mundo y produce suficiente electricidad para abastecer a un tercio de California.

    Según Folch, la estructura legal establecida para compartir la energía generada por la presa entre Brasil y Paraguay se convirtió en la base para la formación del bloque comercial sudamericano Mercosur.

    Ese acuerdo transnacional, dice, puede ser la base de estructuras similares en una región que se enfrenta a los impactos cada vez más graves del cambio climático.

    “Gran parte de la atención en la Cumbre de las Américas se centra en la migración, la corrupción y el crimen organizado”, dijo Folch, y se presta poca atención al papel potencial de América Latina como “líder en el cambio climático, las transiciones energéticas y el crecimiento verde”.

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